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EDUARDO ALONSO
Martes, 11 de mayo 2021, 02:11
El rostro alegre, el flequillo ondeándole al viento y ese cuerpo trabajado en el gimnasio que evoca la imagen de los grandes piragüistas. Sara Ouzande Iturralde (Gijón, 1996) parece precisamente extraída de ese molde. Desde sus inicios le han colgado el dorsal la etiqueta de gran promesa. Y ella ha intentado resistirse a ella con una madurez y un sentido común impropios de su edad. «Yo nunca he pensado en ello. Voy día a día, sin presión», asegura. Pero lo cierto es que Asturias, que parece ser un buen lugar para que eclosionen campeonas como Isabel García y Jana Smidakova, ha alumbrado otra piragüista de élite.
Dicen quienes la siguen habitualmente sobre el agua que Sara se encuentra en un estado ideal, que se le ve fluida y competitiva en la piragua. Cualidades, en ocasiones, que, por mucho que se entrenan, no se consiguen. «Me encuentro cómoda, en un buen momento y estoy a gusto con mi nueva compañera Carolina García», explica. «Es importante que nos compenetremos. Ni ella ni yo teníamos compañera, decidimos juntarnos para competir y ganamos el selectivo. Nos entendemos bien», añade la gijonesa, que se encuentra bien y rema de maravilla. «¿Nervios? No. Lo que tenemos es ganas de competir».
Clasificada ya para los próximos Europeo y Mundial en el reciente selectivo realizado en Trasona -«llevo yendo a mundiales absolutos representando a nuestro país desde 2013»-, desde mañana intentará en el Preolímpico -«es el segundo ya, ya estuve en el de 2016 y fue una experiencia bonita»- aferrarse al último billete para disfrutar con su K-2 este próximo verano en Tokio la experiencia de unos Juegos Olímpicos.
«Llevamos juntas solo desde la semana pasada. Pero ganas no nos faltan y los tiempos que salen son competitivos», señala Sara, que, si finalmente acude a Japón, lo vivirá como «un sueño». «Disfrutaré de esa experiencia como todos los deportistas porque es lo máximo», hace hincapié.
Recién llegada del entrenamiento, ofrece una conversación fluida desde su habitación en la Residencia Blume, a donde se ha trasladado desde Sevilla por indicación de la Federación. «Es un poco aburrido porque hay menos compañeros, muchos tienen sus vidas hechas, tú estás más sola...», asegura. Prepara oposiciones en sus ratos libres para convertirse en policía nacional -«con la vuelta de las competiciones lo he dejado un poco», reconoce-, sueña con trabajar con perros -«me gustan los animales»- y, paralelamente, trabaja sin descanso duro sobre el agua.
Cada día sube a la furgoneta que la traslada, en un viaje de unos cincuenta minutos, al embalse madrileño de Picadas, se baja, carga la piragua en la espalda y desciende por los escalones que serpentean entre los árboles y conducen al pantano. «Partimos por la mañana sobre las nueve y, por ejemplo, en jornadas de entrenamiento doble, volvemos a las seis y nos vamos al gimnasio. Resulta muy exigente», destaca la piragüista, que voló ayer a la ciudad húngara de Szeged para cumplir otro sueño.
Sara ya no es aquella niña que desafiaba con tal desparpajo a sus rivales con la piragua. Esta disciplina es su vida, su entretenimiento. Lejos queda aquella deportista que se educó en el Grupo Covadonga, que creció en la Sociedad Deportiva Gauzón de Luanco y que dio el salto competitivo, hace dos temporadas, cuando contestó afirmativamente a la oferta del Kayak Tudense de Tuy, uno de los 'grandes' del piragüismo español.
En edad júnior ya se vislumbraban esa fuerza y esa técnica fluida, elegante, de esas que hacen que todo parezca fácil. En una trayectoria salpicada de títulos, en su primer año júnior, se proclamó subcampeona del mundo en Canadá en K-1 200 y K-2 500, y, en el segundo, repitió honor en Hungría, al que sumó un tercer puesto en el Europeo, en K-1 200.
«Es una deportista muy joven que viene con una buena proyección. Esta temporada se ha transformado otra vez y tiene buenas perspectivas. Cuenta con opciones, aunque, a nivel internacional, será complicado. Estará en una nube. Pero estaremos allí todos para ayudarla», dice Miguel García, técnico de la K-4 española al ser preguntado por la gijonesa.
Dejaba a todos atónitos y conmocionaba al mundo de la piragua. Desde entonces ha sido una habitual con el equipo nacional sénior en las competiciones más relevantes. «Ahora voy en el puesto de atrás. La que va delante marca el ritmo, las paladas, tiene que pensar las cosas... Yo siempre marcaba el barco. Pero psicológicamente te desgasta. Prefiero ir atrás y dar todo lo que puedo», explica sobre el cambio de posición.
Ya desde aquella primera época se hablaba de su carácter, esfuerzo, constancia y sacrificio. La propia Federación Española ya destacaba hace tres años su capacidad para «hacer rápidas lecturas de la situación en carrera» y valoraba su «planteamiento agresivo y rápido». «Sé que el Preolímpico será complicado. Solo hay una plaza para Tokio. Nuestros tiempos son buenos, pero nunca hemos competido fuera», dice una ilusionada Sara Ouzande a tan solo unos días de la última puerta para Tokio.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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