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FRAN GAYO
Domingo, 26 de junio 2022, 02:36
Los Barbarians derrotaron por 26-7 a la Selección Española en una noche para la historia del rugby asturiano y también para la del estadio de El Molinón, que albergó por primera vez un evento deportivo que no fuera relacionado con el fútbol. Dos haches en cada fondo de la portería, música rock para dar ambiente y ambos equipos calentando en el verde césped de El Molinón. Ese era el panorama con el que se encontraban los que accedían anoche al estadio sportinguista, escenario por una vez en la vida de un deporte diferente al fútbol. Los aficionados al rugby disfrutaron de lo lindo con un encuentro en el que ambos conjuntos dieron un buen espectáculo. Se vibró con cada pase, cada patada, cada placaje con un público con ganas de disfrutar en una noche en la que el rugby fue el protagonista en El Molinón.
Una multitud infantil invadió el escenario del choque, en representación de las canteras de los clubes asturianos, formando en el verde para recibir a ambas formaciones, que saltaron escalonadamente de uno a uno entre los vítores del público y los fuegos artificiales que daban colorido a la presentación. Los veteranos del Sporting también estuvieron presentes en una jornada realmente especial para el rugby gijonés. En las gradas se podían ver aficionados con camisetas de diferentes equipos de rugby, incluyendo la de rayas rojiblancas horizontales de la sección del Sporting y la de los propios Barbarians. Otros optaron por llevar banderas españolas para apoyar al XV del León. El caso era dar colorido a un partido ideado para divertir a todos los asistentes.
Los Barbarians, aunque con una formación diferente a la presentada en Gijón, vienen de superar con claridad a Inglaterra en un escenario tan mítico como Twickenham, pero la Selección Española salió respondona, sorprendiendo a los Baa Baas en un par de acciones en las que rozaron la anotación. Les costaba a los Barbarians avanzar ante la férrea resistencia de unos motivadísimos Leones, que presentaron un quince inicial plagado de debutantes, entre ellos el ovetense Álex Suárez, que tuvo que ser relevado por sangre en el minuto 11 por Héctor Matamoros. Martín Alonso estuvo a centímetros de lograr el primer ensayo del partido, pero fue placado en el último instante. La afición jaleaba cada acción de los Leones, que estaban dando la cara ante un adversario mítico. Sin embargo, la primera marca llegó con una acción culminada por Adam Byrne, transformada por Ryno Smith. Volvió a rozar la anotación España tras una recuperación que terminó con Alonso desesperado tras ver cómo el oval se le escapaba en última instancia. A dos minutos para el descanso los Barbarians ampliaban la renta con el ensayo de Ryno Smith, transformado por Tom Wood.
En el descanso, además de los merecidos homenajes a las plantillas de Belenos, Real Oviedo y de la Selección Asturiana de rugby adaptado, hubo tiempo para un entretenido concurso en el que rivalizaron Tomás Munilla y el samoano Ahsee Tuala. Se reanudaron las hostilidadesn con el quince dirigido por Santi Santos manteniendo su actitud luchadora ante un rival con mucha calidad, no en vano jugar en los Barbarians es todo un honor reservado tan solo a unos pocos. Hubo un amago de ola en las gradas, que seguían animando a la Selección Española, que no pudo evitar un nuevo ensayo de Ryno Smith, el segundo del jugador sudafricano.
Llegó el momento de ir dando relevos en ambos equipos con ovaciones de agradecimiento de un público entregadon a la causa. Y el XV del León seguía sin bajar la guardia, buscando con denuedo estrenar su casillero de puntos, aunque los Barbarians conjuraban cualquier intento de parte española. El recién ingresado Ekain Imaz también estuvo a las puertas de sumar el primer ensayo, en una jugada en la que la persistencia española recibió el premio merecido gracias a Bittor Aboitiz. Gonzalo Vinuesa dejó el marcador en el 21-7 tras transformar su patada. Seguidamente Owen Lane replicó con una marca tras una combinación eléctrica de los Baa Baas, en la que sería la última anotación del choque. El final del partido trajo consigo las últimas ovaciones de la noche y el saludo de todos los contendientes, algo más que un trámite en un deporte de caballeros como el rugby. Quedaba por delante cumplir con otra tradición secular como el tercer tiempo, pero esa es ya otra historia.
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