Con el campanu llamando ya a la puerta -este domingo comienza la temporada de pesca del salmón con muerte-, EL COMERCIO reúne, a la ribera del Narcea, en el Coto Carbajal, a un grupo de pescadores defensores de la pesca tradicional. Su planteamiento es claro: la problación de esta especie en Asturias es estable, al menos en este río, y la modalidad sin muerte no es una solución de futuro. Y, dentro de este pensamiento, no se sienten responsables porque, aseguran, los factores que la hacen peligrar no son ellos, sino los depredadores y la mala gestión de lo ríos, y atribuyen, en gran medida, el descenso del número de capturas a todas las restricciones que se han puesto desde la Administración los últimos años.
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Fermín Corte Valvidares (Lieres, 1956), todo un veterano del río, es una voz autorizada. Ha pasado la mayor parte de su vida a orillas de las principales cuencas fluviales del Principado. El destacado pescador sierense, que echó a tierra el primer ejemplar del Cares en 2011, es de aquellos que defienden que «la temporada debería de abrirse al mismo tiempo para todos» y que afirman que «no tiene mucho sentido» el periodo de pesca sin muerte, especialmente del 15 de junio al 15 de julio, cuando la temperatura del agua es más elevada, lo que incluso, según justifica, complica incluso la supervivencia de la captura extraída.
Sobre el nuevo cupo establecido, admite que serían mejor cuatro que los tres actuales y dice no gustarle la privatización que se quiere hacer en el río con la implantación de «más cotos». Corte, que irá el domingo a por el campanu, aunque todavía no ha decidido si probará suerte en el Sella o en el Narcea, afirma que «parece que se quiere acabar con la pesca tradicional».
En la misma línea, Carlos Álvarez Suárez (Pravia, 1979) reconoce que la tendencia de la especie es a la baja, pero advierte que se debe tener en cuenta que «hay muchos menos días para pescar, los cupos se han reducido y muchas zonas libres se han convertido en acotadas». Entiende, en este sentido, que la Administración no hace más que legistar. «Solo pone una normativa y no hace realmente nada por el salmón». El ribereño praviano, que no se perderá la apertura este domingo, asegura que la modalidad sin muerte no es la solución, porque «existen otros factores, entre los que destacan los cormoranes». «Las sociedades hacen lo que pueden, pero ríos como el Eo y el Esva están completamente abandonados», hace hincapié.
Al grupo de pescadores reunidos por EL COMERCIO se une un estudioso de esta especie como Pelayo Melón, quien muestra su preocupación por el cupo de 209 salmones que se quiere implantar en la cuenca del Narcea, que se dio a conocer recientemente en una charla en el Ayuntamiento de Pravia como un proyecto piloto. «Si se llegará a ejecutar esta clara reducción de pesca acabaría con el motor económico de Cornellana», subraya el praviano, que también piensa que se quiere terminar con «la pesca tradicional».
Eduardo López 'Villa' (Corvera, 1973) mantiene un planteamiento claro sobre la base para encarar los problemas del salmón. En este sentido, subraya que «los presidentes de algunas asociaciones de pescadores se creen sus dueños y no trasladan luego a la Administración lo que los socios exponen en sus asambleas». A su juicio, debería crearse una nueva más fuerte, como expuso en su momento José Manuel Mori, 'el Marqués', «que defienda verdaderamente los derechos de los pescadores» y alude a otras medidas como «eliminar los depredadores» y a llevar a cabo «una reconstitución lineal del río». Como sus compañeros, rechaza la modalidad de captura y suelta, que, dice, no asegura la superviencia del ejemplar, las numerosas restricciones y los planteamientos para quitar zonas libres.
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Por su parte, Pablo del Canto (1983, Sotrondio), que lleva desde los nueve años en el río, no entiende por qué se habla con alarmismo del salmón, ya que, desde su punto de vista, la población, en una cuenca como la de Narcea-Nalón, se mantiene en los últimos años en unos números similares. Cree que el descenso en otros ríos y en el registro total de capturas obedece fundamentalmente a la incidencia de las normativas con «los cebos, el menor número de días de pesca y la implantación de cotos parciales».
No le parece justo, en este sentido, que en un kilómetro de zona libre de río se pescaran seis salmones y luego se quisiera acotar esa parte y es de los que piensan que reducir el cupo «no procede, porque no soluciona nada». Lo que sí se debería de hacer, afirma, es «habilitar las zonas de acceso al río y cuidar los frezaderos.
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