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Víctor González, en pleno vuelo.
De querer la eutanasia, a competir

De querer la eutanasia, a competir

El asturiano Víctor González será el único español que participe en los Juegos Paralímpicos de Invierno en Pekín

Mario Álvarez

Jueves, 27 de enero 2022, 20:46

Solo quería que le aplicaran la eutanasia. Había tocado fondo tras sufrir un accidente por el cual los médicos le dijeron que se quedaría tetrapléjico. «No quería estar el resto de mi vida echado en la cama sin poder mover ni un solo músculo, sin poder hablar, condicionando la vida de mi familia», decía. En menos de un mes, será el único representante español en los Juegos Paralímpicos de Invierno que se celebrarán en Pekín desde el 4 al 13 de marzo. Es la historia del ovetense Víctor González que, actualmente, sufre una invasión medular del 30% tras haber sufrido una caída en el 2015 y romperse las vértebras C5 y C6. Desde entonces, no ha dejado de luchar, y pese a los éxitos obtenidos, recuerda que el camino fue muy duro. «Quería morirme por no ser un estorbo para mi familia. Estaba convencido de que quería morirme. Afortunadamente, sigo vivo y disfrutando», comenta el especialista en snowboard, que se retirará cuando concluyan los Juegos.

Víctor González, durante un entrenamiento. E. C.

Esos pensamientos tan negativos duraron solo las dos primeras semanas. Desde entonces, mantuvo una actitud positiva que seguro ha sido clave en su recuperación. «No quería que mi madre tuviera que estar siempre pendiente de mí. Pero, poco a poco, acepté mi nueva situación y me esforcé por mejorar, hasta el punto de tener cierta movilidad», explica. En este sentido, sostiene la importancia de hacer diagnósticos más conservadores. «Quizá haya gente que nunca se haya logrado mover, al rendirse ante un parte médico falto de precisión», indica.

Ese espíritu de lucha lo supo trasladar al plano deportivo. Comenzó a competir porque entendía que le ayudaría con su recuperación. Al principio, los resultados no fueron los deseados y finalizó su etapa en el equipo nacional. Este a su vez, apostó por otros hombres con el fin de clasificarse para los Juegos de Invierno. «El tiempo demostró que se equivocaron. Yo lo conseguí y ellos no», contextualiza. Eso sí, su desvinculación del equipo le supuso tener que hacer frente a los innumerables gastos. Durante los últimos cuatro años, estima que ha tenido que poner de su bolsillo más de 20.000 euros ya que, para entrar en los Juegos, hay que viajar por todo el mundo. Solamente, el acudir a un Campeonato del Mundo implica superar los 3.000 euros.

Crítico ante la falta de apoyo

Teniendo en cuenta que a España, y en concreto a Asturias, le interesa tener representación en los Juegos Paralímpicos de Invierno, a nadie le sorprendería que Víctor González recibiera algún tipo de apoyo económico. Nada más lejos de la realidad, asegura. «Me da la risa cuando desde las instituciones se hacen discursos en los que se apuesta por el deporte inclusivo. Eso no se corresponde con hechos», afea.

Al principio, la falta de apoyos mermaba sus ganas. «Era frustrante, muy frustrante, tanto esfuerzo y no recibía ni una sola llamada», explica, pero con el tiempo «vi que estaba solo, y sirvió para motivame más aún». Tiene claro que todo lo que está consiguiendo ha sido gracias únicamente a su esfuerzo, y al apoyo de su entorno más cercano.

Eso sí, dentro de la falta de respaldo por parte de las instituciones, hay una cuestión que le irrita especialmente: «hacen personas con discapacidad de primera y de segunda». Así lo considera al ver como las ayudas se centran en los deportistas que compiten en los Juegos Paralímpicos de Verano. Y los resultados de esta política son evidentes ya que, mientras a Tokio fueron 120 deportistas en septiembre, en marzo solo él estará en Pekín.

«Al final, a los gobiernos les preocupa lo mediático. Si en verano no hubiera representación española, sería mucho más escandaloso porque la difusión es mayor. Esto lo tienen más olvidado», subraya al mismo tiempo que se hace una pregunta retórica. «Cómo puede ser que haya tanto interés por las 120 personas en verano y que a mí, no solo no me paguen el desplazamiento o la estancia, es que ni tan siquiera han descolgado el teléfono para desearme suerte», cuestiona.

Lo triste es que, al margen de lo deportivo, «las subvenciones están muy lejos de las de otros países». Según las cifras que aporta, la persona que haya nacido tetrapléjica y que no haya cotizado más de 16 años cobra 600 euros mensuales, y quien le cuida percibe solo 75. «Con esto no da ni para empezar», lamenta.

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