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Hablan quienes saben realmente de esta disciplina deportiva de su dureza, de la rapidez de los movimientos, de la necesidad de mantener la respiración y, ... sobre todo, de la concentración, que «debe ser mucha y de gran velocidad», apunta la tiradora Cristina Villaverde. «No tanto el pulso, es más bien la concentración, la rapidez, la vista...», afirma la avilesina sobre un deporte con un formato cruel: el que se descuida, a la calle.
Ni un parpadeo. Una vida, un pulso y una escopeta. Todo concentración. Mucha cabeza. Mucha psicología. La culata de madera de la escopeta en perfecta simbiosis con la cara. Como en el caso de José Antonio Fonseca, el tirador casi infalible este pasado fin de semana durante el Campeonato de Asturias de Foso Olímpico. «El comienzo fue malo, pero después fuimos enderechándonos un poco e hicimos una final casi perfecta». Llegado el momento decisivo no falla y se lleva el oro –por segunda vez en su carrera–, acompañado en el podio en las instalaciones del Mieres Club de Tiro por David Vicente Gutiérrez y Yeray Noguerol Fernández.
La disciplina de foso olímpico es una de las más antiguas en los Juegos Olímpicos. De hecho, aparece en el programa olímpico desde la cita de 1900 en París y es mundialmente conocida por su exigencia tanto en precisión como en rapidez de reflejos y concentración mental. La mecánica es bien sencilla: se dispara a 125 platos (5 series de 25 platos) con una escopeta calibre 12 –que puede oscilar entre los 800 euros de una usada y los 50.000 de las caras– y cartuchos con 24 gramos de plomos, en una instalación al aire libre y desde cinco puntos diferentes.
Fonseca, natural de La Isla (Colunga), de 38 años, cazador –dispara de los 16 años– y que tiene una empresa de jardinería, acumula años deslumbrando –lleva tres años volcado– y es, junto a Óscar Argüelles, uno de los dos asturianos de foso olímpico en Primera. En la élite. «Para subir a esa categoría tienen que hacer dos resultados de al menos 119 platos en dos competiciones durante un año», explica Cristina. Su simbiosis con su escopeta Beretta DT11, heredera de la legendaria Beretta DT10 Trident, la escopeta de competición superpuesta de Beretta que ha ganado más medallas que ninguna otra arma, es perfecta. Con ella disparó en el regional contra una penumbra naranja, un disco de 10 centímetros de diámetro que salta disparado a 15 metros, a más de 100 kilómetros por hora. Cero emociones con la escopeta al hombro. Casi siempre acierta. 110 platos.
El foso olímpico atraviesa por un buen momento de salud en el Principado. «Tras el cambio el año pasado en la territorial, esta lo está moviendo mucho», explica Cristina Villaverde. Eso se traduce entre 80 y 100 tiradores compitiendo y unos 200 federados. «Antes estaban compitiendo alrededor de 18 tiradores y este fin de semana en el regional tuvimos 42. Y lo que queremos es que haya más participantes», añade.
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