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Gustavo Fernández, argentino, lleva 35 años dedicado al pádel. Vivió la explosión de este deporte en su país, llegó a ser profesional y luego se dedicó a enseñarlo. La crisis económica le trajo a España hace ya muchos años, en un vuelo al aeropuerto de El Prat. En el control de aduanas un policía cogió una de sus palas y empezó a examinarla. «Me miraba por los agujeros como diciendo 'aquí tiene que haber algo'. Nunca había visto una pala», recuerda el dueño de Pádel Soto, uno de los 27 clubes federados que hay en Asturias y del que es propietario desde su fundación en 2013. Antes trabajó como monitor en el Club de Campo La Fresneda, lo que le da una visión experimentada para evaluar cómo se ha desarrollado este deporte en la región. «Cuando llegué a Asturias el deporte estaba muy verde, quienes lo practicaban eran gente mayor que venía del tenis. En los años 90 en Argentina hubo un boom, igual que se está viviendo hoy aquí», explica.
Los datos de licencias que publica la Federación Española de Pádel reflejan que este deporte no ha dejado de crecer en Asturias. Hace diez años eran 788 las personas inscritas a través del órgano regional. Hoy superan las 1.700 en una curva que no ha dejado de apuntar hacia arriba.
Aunque los perfiles de practicantes son mucho más variados que años atrás, la presidenta de la Federación Asturiana de Pádel reconoce que «en torno al 50%» de las licencias con las que cuentan se inscriben en la categoría de veteranos, mujeres de más de 35 años y hombres que superan los 40. «De cinco años para aquí, cuando el World Padel Tour cogió relevancia y ahora con el Premier Padel (que llegará a Gijón entre el 24 de febrero y el 2 de marzo), la media de edad ha bajado. Tenemos unas 170 licencias de menores de edad y una cantidad importante en la franja que va de los 18 a los 23», explica Lucía Carreño.
Las infraestructuras para practicar este deporte se han multiplicado a lo largo de la región. Hace algo más de quince años «había cuatro pistas en la región. Luego empezaron a surgir, a techarse y comenzó el boom de las naves privadas. El año pasado se inauguraron siete pistas en Gijón y hace tres también varias en Avilés». La multiplicación de estas instalaciones, con aperturas en las cuencas y las alas, ofrece mayores posibilidades de acercarse a esta disciplina, pero sigue siendo muy complicado competir con los deportes masivos cuando se habla del estrato de los niños. Lo explica Miguel Álvarez, copropietario de World Padel Center, con tres espacios en Avilés. «Siempre hubo niños, el problema es que competimos con las actividades extraescolares, en las que no hay pádel. Tenemos muchas clases de iniciación, pero los viernes, sábados y domingos. Hay un problema de conciliación».
No es el de atraer a los niños el único desafío que afronta este deporte en Asturias. El hecho de que muchas personas hayan llegado a él ya con cierta edad y «sin haber competido nunca», unido a que buena parte del desarrollo del pádel haya llegado a través del ámbito privado, ha provocado una proliferación de torneos que están fuera del ámbito federativo. «En cualquier otro deporte es impensable que puedas jugar un torneo oficial sin estar federado. Es algo que tratamos de corregir».
Desde la Federación Asturiana lo están haciendo con un fuerte impulso a las competiciones y su promoción, empezando por los más pequeños. «Este año tenemos un circuito con diez pruebas para menores. Hace dos semanas tuvimos una prueba en Corvera en la que participaron más de 160». La entidad tiene también en su programación un circuito absoluto con ocho pruebas, además de una «liga potente» con 91 equipos de diferentes categorías, que se mueven entre los quince y los veinte componentes. Para los veteranos también hay circuito. «La gente no conoce los beneficios de la licencia. Te permite participar en torneos, apoyar a los equipos regionales y contar con un seguro médico», explica Gustavo Fernández.
El crecimiento de este deporte en Asturias está siendo sostenido, pero en España ha sido una auténtica explosión. De las 56.000 licencias de 2015 se ha pasado a 110.000 al cierre del año pasado. Se trata además de una disciplina cuya Federación Internacional se fundó en 1991. «El momento de la pandemia ayudó mucho en Asturias. Fue uno de los primeros deportes de grupo que estuvieron permitidos y mucha gente se apuntó. Y el pádel engancha. Puedes tener muy poco nivel, pero lo vas a pasar bien. Además, la visibilidad del circuito profesional también ayuda a que esto crezca», apunta Gustavo Fernández, cuyo club, ubicado en Soto de Llanera, cuenta con siete equipos en todas las categorías, formando un grupo de entre 150 y 200 personas.
El pádel es un deporte adaptado a un amplio arco de condiciones físicas y técnicas. Pero si se quiere dar pasos con seguridad lo mejor es contar con ayuda profesional. Hace años, el intrusismo en el aspecto formativo estaba a la orden del día, algo que se está tratando de cambiar. «El nivel de los monitores y su formación ha crecido mucho. Antes daba clases casi cualquiera y ahora hay titulaciones. El año pasado, en Asturias, dimos formación de nivel uno para monitores y trabajamos para llegar este año a nivel dos (el máximo es tres)», apunta Lucía Carreño, quien cree que el hecho de que proliferen las escuelas es una gran noticia para el crecimiento de este deporte.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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