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Marcelino Torrontegui| Fisioterapeuta
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Marcelino Torrontegui| Fisioterapeuta
«Los Juegos son una cura de humildad para los grandes deportes»Los músculos de cientos de primeras figuras del deporte son capaces de reconocer sus manos por cómo trabaja con ellos. Marcelino Torrontegui (Candás, 1964) se ... ha hecho un nombre trabajando para y por el deporte, vive con intensidad no su trabajo, sino la amistad, y en París escribirá otro registro en la historia olímpica asturiana con sus ocho Juegos.
–No se está quieto...
–La verdad es que no. Estuve haciendo las clásicas en Bélgica y luego fui para Málaga, a la Universidad, donde soy docente e investigador. Ahora estoy con la sub 17.
–¿A qué se dedica?
–Además de mi faceta de profesor en la Facultad de Ciencias de la Salud, hago mis pinitos con el equipo ciclista Movistar, formo parte de la Comisión Científica Médica del Comité Olímpico Español (COE) y este año he estado con la Federación Española de Fútbol.
–Un Movistar que, año a año, se está asturianizando...
–Somos un tropel. Hay dos mecánicos, dos ciclistas, un entrenador, Tato, el masajista, y yo. En total, siete asturianos controlándolo todo.
–Supongo que, en todo momento, mirará de reojo a Asturias.
–Mi familia está en Asturias. Es hacia donde más miro.
–Su hija Carlota es nadadora del Santa Olaya y su hijo Samuel es futbolista del Sporting.
–Había muchas expectativas con Carlota, pero ya sabe cómo de duro esto. No ha dado todavía esa salto que todos creíamos que iba a dar. Pero está contenta entrenando y estudiando. Cursa Tercero de Derecho, que es lo más importante.
–¿Y Samuel?
–Está entre el Sporting C y el Juvenil de División de Honor. Este año empezó Primero de Ingeniería Mecánica, que le está gustando. En el deporte hay que tener paciencia y que no les pase nada.
–¿Han heredado el gen deportista de su padre?
–Algo habrá. Se han criado siempre vinculados con el deporte. Por ejemplo, mamaron mi etapa en el Málaga de jóvenes y mis relaciones siempre han sido con deportistas o sus entornos. Es mi vida. Somos una familia a la que nos gusta cuidarnos un poquito, aunque yo también disfruto una cerveza (risas).
–¿Hizo deporte de joven?
–Jugué en el Aboño, entrené en la sección de boxeo del Náutico de Carreño, trabajé con Carlos Prendes en el Club Los Gorilas de piragüismo, fui copiloto de Fombona y Víctor Abraham... Y sigo haciendo deporte. No como antes, pero me gusta ir al gimnasio, salir a correr.
–Usted nació en una 'villa de olímpicos' como es Candás.
–A todo el mundo le gusta allí hacer deporte. Se vive ese espíritu. El nivel ha bajado, pero hacer cosas siempre es bueno.
–¿Cómo ve a Asturias?
–Siempre ha sido cuna de deportistas, técnicos... Usted va a los Juegos, que es algo que me encanta, y está lleno de asturianos. Siempre hay. Lo que igual falta es apoyar más al deporte y a su entorno.
–Decía que al Principado le faltaban comunicaciones...
–Falta mucho. Qué quiere que le diga. Llegar a Asturias sigue siendo un problema. Ahora hay tren de alta velocidad, sí, pero ¿cuántas conexiones? Hay aviones, pero ¿cuántos? Si queremos hacer grande a Asturias, tenemos que dar un gran salto en comunicaciones.
–¿Ya tiene preparadas las maletas para este verano?
–Entre el Europeo Sub 17 de fútbol que se está celebrando ahora, el Tour, los Juegos y la Vuelta. Todo seguido.
–La cita de París es cercana...
–Tiene sus pros y sus contras. Los Juegos son el evento deportivo más importante que puede vivir cualquier persona relacionada con el deporte. Si son lejos, vas primero y te aclimatas al cambio horario, te relacionas con la gente de todos los deportes... Si son cerca, como este caso, tu entrada a la villa olímpica es más cercana a la competición y acabas y sales primero. A mí me encantan los lejanos.
–Esta será su octava muesca en el pasaporte olímpico.
–Es una buena cifra, ¿no? Estar en unos ya es un sueño, imagínese en ocho. El otro día le dije a mi amigo Ramón (Gallego) 'te voy a adelantar'. Es un orgullo.
–Todo comenzó en Atlanta 96.
–Con Miguel Induráin y Abraham Olano. Hice mis primeros cinco Juegos con la Federación de Ciclismo y, a partir de Río, con el COE.
–¿Por qué es el sueño de todos los deportistas?
–Porque es un evento de cada cuatro años en el que las disciplinas menores, no el fútbol o el baloncesto, van a tener su gran momento. Allí todos son iguales. Nadie es imprescindible, vale todo igual. Es una cura de humildad para los grandes deportes. Son momentos de gloria para los minoritarios.
–Cuénteme algún recuerdo.
–Es que soy un poco batallero (risas). He vivido tantas cosas... Desde las medallas de Joan Llanera, un tío superprofesional, un reloj suizo, hasta, como asturiano, la medalla de Samuel Sánchez. Fue empezar los Juegos con un oro con aquel 'dream team'. Nunca habrá un equipo como aquel.
–Por sus manos han pasado muchas piernas de campeones.
–La edad te da para tocar muchos palos y mucha gente. Cada deporte tiene su particularidad. Los músculos son los mismos, pero cada uno sufre más en un sitio.
–¿Le hacen partícipe de sus éxitos?
–Nosotros no somos nadie. Si uno no se da cuenta de que los 'artistas' son ellos, tenemos un problema. Nosotros tenemos la suerte de estar cerca de ellos.
–¿Y de sus 'pecados'?
–Sí, claro. Como cuando tu amigo te aguanta cuando tomas una cerveza. Todos tenemos el momento de confesión. Nosotros más, porque el deportista generalmente es una persona introvertida. Cada uno es un mundo y yo soy bueno en eso. En saber cómo es cada uno.
–¿Cuántos años lleva en el mundo del deporte?
–Empecé en 1988 con el CLAS de Fuentes. Ya llovió un poquito.
–Aquel fue un equipo especial.
–Lo del WhatsApp que tenemos es increíble. Hace unos días estábamos felicitando a Leanizbarrutia, Peio, Rominger... Aquel equipo era diferente y marcó mi vida. Si no fuera por Tony, no sé dónde estaría. El secreto fue que arrancó de abajo, fue creciendo y se hizo muy grande, pero siempre estuvo identificado con Asturias. Ahora ves equipos que parecen la ONU. De locos.
–Los ciclistas se han convertido en máquinas.
–Es una locura cómo van ahora todo el día. Es la evolución del deporte. Ahora corren más, son más rápidos, más fuertes.
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