Iyán González juega con las piezas en las instalaciones del Club Vetusta Ajedrez, en Oviedo. PABLO NOSTI

Iyán González Guedes se afianza en lo más alto del ajedrez asturiano

El ajedrecista avilesino, de 20 años y estudiante de Matemáticas, revalida su título de campeón de Asturias en un apretada lucha

Jueves, 5 de diciembre 2024, 01:00

No solo asombra por su maravilloso juego, sino más todavía por su temple ante el tablero por muy grande que sea la tensión y a pesar de su edad. Los títulos suelen requerir mucho tesón, como el mostrado, una vez más, por el ajedrecista avilesino ... Iyán González Guedes, de 20 años. Cuando el prodigio del Club Vetusta Ajedrez arrancaba en su ciudad natal –«me empeñé de pequeño, no sé dónde lo ví, pero quería jugar al ajedrez, aunque nadie en casa lo hacía, y uno de esos días mi abuelo me llevó al Club Ajedrez Ensidesa»–, su juego ya era brillante, pero en los últimos años todo se ha alineado y el pasado fin de semana se alzaba, por segundo año consecutivo, con la corona de campeón de Asturias, por delante de Víctor Hugo García, del Club Deportivo Antonio Rico, y Patón Álvarez, del Grupo Covadonga.

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«Fue duro, costó lo suyo, pero al final lo conseguí», describe Iyán González Guedes. El campeón se considera un jugador que intenta aparentar siempre mucha tranquilidad, «aunque, por dentro, muchas veces en los momentos finales, hay mucha tensión y presión». Como jugador, es un ajedrecista que arriesga, que juega a ganar. Nada de empatar y esperar a que su rival falle. «Me gusta el juego combinativo, agresivo. Suelo arriesgar lo máximo posible e intentar ganar todas las partidas. Sea con quien sea. Y eso lo suelo transmitir en mis partidas», puntualiza este estudiante de Matemáticas en la Universidad de Oviedo. «Muchas veces no me conformo con tablas, incluso en una posición en la que habría que hacerlo», hace hincapié.

Cuando este periódico le pide que analice cómo ha sido la competición que le ha llevado al puesto más alto, Iyán revela un dato muy importante sobre un regional que se desarrolló durante diez semanas, que incluyó dos de parón: «Tuve un pinchazo en las primeras rondas ante un rival que en teoría era inferior, pero luego conseguí remontar bastante bien, gané cuatro partidas seguidas y me coloqué líder en solitario». Pero ahí no acabó todo. «En las tres últimas no perdí. Empaté dos y me impuse en la otra, con lo que conseguí quedar campeón».

«Me gusta el juego combinativo, agresivo. Suelo arriesgar lo máximo posible e intentar ganar todas las partidas»

El portento asturiano, al contrario que otros jugadores de ajedrez, dista mucho de la imagen de un robot programado para un solo fin: ser campeón. No hay motivos para dudar de que el avilesino es, a pesar de todo, un ser humano. «¿La clave? Fue sobre todo la constancia. Al final influye la preparación de las partidas, el trabajo, el estudio de los rivales, prepararlo bien para intentar tirar por sus defectos», explica Iyán, no ajeno a la tensión en las partidas. «Los nervios van creciendo a lo largo de las rondas», asegura. Más en este campeonato y en su caso ya que, tras su empate en la última ronda, «no dependía de mí ganar el título». Si lo ganaba el jugador de la mesa dos, le adelantaba en virtud de los desempates. «Para mí fueron un par de horas de tensión mientras acababa esa partida. Tuve los nervios a flor de piel».

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Su carrera ha sido meteórica desde que era un niño, salpicada con títulos en las diferentes categorías de base. «Empecé con ocho años y ahora tengo 20». Hace siete años, enrolado aún en el Ensidesa, recibió la llamada del Vetusta. «Suena como si fuera un fichaje del fútbol, pero no es lo mismo». ¿Y qué se le puede ofrece a esas edades a una promesa del ajedrez? Iyán lo tiene claro. «Muchas veces lo que te proponen son clases, monitores, incluso ayudas económicas porque los viajes son carísimos ya que, por ejemplo, un torneo son siete o ocho días en un hotel y, claro, a esas edades, además, no vas solo, sino con los padres», explica.

Profesor de alumnos

Iyán representa ese niño pleno de talento que mantiene e incrementa su brillantez tras la adolescencia. «¿Y ahora qué? De momento, acabar la carrera, de la que me queda año y medio y, a partir de ahí, cuando tenga un poco más de tiempo, sí que me gustaría dedicarme un poco más al ajedrez», afirma el deportista asturiano, que pone la siguiente meta en «conseguir el siguiente título de maestro, que es más internacional, pues habría que mer ahí bastantes horas para llegar a ello».

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El típico dilema 'ser ajedrecista profesional o elegir otro camino' no se le plantea a priori. «Vivir del ajedrez es muy difícil, hay muy poca gente en el mundo que lo haga». Su prioridad está clara. «Sacar la carrera y trabajar de eso», dice Iyán, que da clases a alumnos particulares:«Yo lo tengo como una afición, a la cual dedico tiempo y me gusta mucho».

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