Secciones
Servicios
Destacamos
Dicen de la cita de Las Mestas que es el evento que marca el fin del verano y, como ya es tradición, poco se resisten a saltarse la cita. Las cifras de asistencia hablan por sí solas: más de 7.000 asistentes diarios. ... Y la experiencia dice, tiempo mediante, que se superarán 10.000 durante las jornadas del sábado y el domingo. A dar una vuelta, a echar la tarde o apostar. «No nos va sacar de pobres pero nos gusta jugar unos euros cada vez que venimos, para darle emoción, ya sabes», dice María Fernández, una de las habituales que ya tiene decenas de años de hípico a sus espaldas. «Yo ya ví pasar por aquí a todos, y las novias también, que ya nadie se acuerda pero por aquí también paseó Penélope Cruz», recuerda.
En lo de apostar, cada uno tiene su técnica. Y aunque la veteranía pudiera parecer un grado, «lo mejor es elegir según los números favoritos de cada uno y no según el nombre de los jinetes», recomienda Roberto Gallego, un apellido que solo con decirlo los habituales de la taquilla de la triple gemela ya saben de quien estabamos hablando. Este comenta, junto a su amigo Antonio Pastur, cómo el concurso gijonés se ha convertido en la oportunidad para foguerarse «porque con la reforma de la Ley del Juego ya es el único donde podemos hacerlo». A pesar de tratarse de uno de los tres boletos aún no digitalizados -junto a la Copa de Naciones y el ganador de prueba-, las jóvenes siguen sumándose. Da igual la edad.
La explicación es bastante más sencilla: «Es que hemos crecido con ellos, veníamos de siempre con nuestros padres, y aquí seguimos», dice una jovencísima Sonia Braceo. Esto no quiere decir que no haya evolucionado, o deba seguir haciéndolo. De hecho, la alcaldesa de Gijón, Ana González, aseguraba durante su asistencia a la Copa de Naciones disputada ayer que «también estamos aquí par a hablar de nuestro hípico, de mejoras y de futuro». Con los deberes sobre la mesa, como recuerda «es el punto en el que acaba oficialmente nuestro verano gijonés, aunque intentaremos alargarlo un poco, y, además, con la suerte de que el tiempo está siendo bueno». La regidora madrugó porque tenía que recibir al presidente de la Federación Hípica Española. Eran las doce y entonces solo un centenar de personas comenzaban a llenar las gradas. Desde el parón de la comida, y ya animados por el ir y venir de las taquillas, el recinto empieza a llenarse: la pista, los bares, las colchonetas, los ponys, y toda esa oferta de ocio que ha ido multiplicándose con los años. Y así hasta llenarse y que no quepa ni un alfiler.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.