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Las aguas del piragüismo nacional se enturbiaron aquel día de marzo de 2021 cuando Juan José Román Vargas, expresidente de la Federación Española de Piragüismo, empleó la palabra «amaño» a la hora de elegir a los cuatro integrantes del K4 500 que competirían en los ... Juegos de Tokio de ese año, aludió a diferencias en los tiempos del selectivo «poco creíbles» y dijo que «es evidente que este formato del K4 para elegir las plazas no sirve». El proceso de selección interno saltó por los aires, quedó paralizado entre esas acusaciones de juego sucio, con Carlos Garrote y Cristian Toro apuntando al seleccionador Miguel García y acusando a Saúl Craviotto y a Carlos Arévalo de no emplearse a fondo cuando ellos estaban en el cuarteto para que los tiempos fuesen peores y dejarles fuera.
Aquel K4 500 formado finalmente por Craviotto, Cooper, Arévalo y Germade terminaría peleando hasta diez metros del final contra la todopoderosa Alemania en la final de la categoría en Tokio y se tuvo que conformar con la plata tras un ciclo olímpico con casi todo en contra.
Pero, ayer, una imagen captada en la sede del Comité Olímpico Español, reflejó valores, muchos de ellos fruto del trabajo común, a veces doloroso, a veces inesperado, porque para rozar hitos van muchas horas de trabajo juntos. La que se produjo por el adiós, la retirada, de Cristian Toro para comenzar otra vida. Lo hizo rodeado de los suyos a los 31 años. Entre lágrimas y con mucha emoción porque el piragüista nacido en Venezuela, aunque criado en Viveiro, que alcanzó la cima en Río 2016 en el K200 con Craviotto, no estuvo solo. Allí estaban estaban los miembros del K4 500, el propio Craviotto, Arévalo, Cooper y Germade, así como el seleccionador asturiano Miguel García, forjador de todos. Y otros compañeros como Paco Cubelos y Íñigo Peña, además del presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco y el presidente de la Federación Española de Piragüismo, Javier Hernanz.
«No estaría aquí si no fuera por toda la gente que me rodea y con la que compartí mi carrera deportiva. He aprendido mucho de Saúl y de Miguel, crecí con Arévalo y con Cooper y de todos he aprendido», acertó a decir Toro con la voz entrecortada, que no esquivó aquella aquella bola de nieve que creció y creció hace casi tres años hasta límites insospechados. «Son cosas que pasan en todos los equipos, pero me quedo con que siempre mantuvimos el respeto. Todos somos personas muy ambiciosas y competitivas y hoy es la muestra de que detrás de todo eso hay mucho cariño y respeto», hizo hincapié el piragüista después de abrazarse con todos.
Hubo palabras de Alejandro Blanco -«he visto vivir momentos maravillosos y momentos duros. El deporte te ha dado mucho, pero no te ha regalado nada»- y también del asturiano Javier Hernanz: «He podido disfrutar de ti como deportista y como compañero y me quedo con eso antes que con lo que todo el mundo se queda, que son los éxitos».
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