EDUARDO ALONSO
GIJÓN.
Martes, 1 de diciembre 2020, 03:13
Antonio Corripio, presidente del Grupo Covadonga, Secundino González, su homólogo del Santa Olaya, y otros cientos de máximos responsables de clubes deportivos repartidos por el Principado llevan mucho tiempo sin dormir bien. Concretamente, desde el 3 de noviembre. 28 noches continuadas con las puertas ... de todos sus recintos destinados a la práctica deportiva, de cualquier modalidad, cerradas a cal y canto para los deportistas y vislumbrado un horizonte poco halagüeño que solo podría despejarse si, el jueves, como esperan, se levantan las restricciones, al menos, para aquellas instalaciones al aire libre.
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«Tenemos puestas todas nuestras esperanzas en el día 3, que se permita la apertura de los centros deportivos, aunque sea al aire libre. Podemos organizar todas nuestras actividades en ese espacio», dice Antonio Corripio. «No tiene sentido que, siguiendo todas las medidas que nos marcan, no estemos operativos. Esperamos que el mismo jueves se autorice», adelanta Secundino González. «Nuestro campo está en perfectas condiciones. Si nos dejan abrir ese día...», añade el presidente del Real Club de Golf de Castiello, Senén Merino. «Estamos preparados para cumplir con las máximas restricciones si nos dejan», hace hincapié el director del Campo Municipal de Golf de Las Caldas, Pedro Vega. «Seguimos haciendo el trabajo con la ilusión puesta en que, cuando nos dejen abrir, la gente vuelva, pero no tengo ninguna confirmación de fecha», asegura Javi Casares, copropietario de Lateral Sport Club.
A todos ellos le preocupan muchas cosas desde que el Gobierno decretó la clausura. Sus socios, sus abonados, las nóminas que dependen de ellos... «No entendemos que el deporte al aire libre pueda estar cerrado. Con la razón en la mano, no se tenía que haber cerrado», se queja Merino.
Una medida, dicen, que ha golpeado sus líneas de flotación. «Lo llevamos con resignación, pero mal. Asturias es la única comunidad en la que está prohibido el golf», apunta Pedro Vega, que, alude, al igual que Merino, a la existencia de un protocolo, aprobado por el Consejo Superior de Deportes en mayo, con medidas restrictivas, pero que, a pesar de todo, no ha impedido el cierre.
En esta crisis provocada por la covid-19, los clubes deportivos han sucumbido a las medidas restrictivas impuestas por la emergencia sanitaria. «Debe producirse una unificación de los criterios. No es posible que se practique, por ejemplo, el tenis y el pádel en urbanizaciones y no se pueda en centros deportivos que invertimos en seguridad sanitaria», señala Antonio Corripio. «Estamos viendo todos los días que el deporte está autorizado en la calle. Que hay miles de personas paseando por el Muro. Nosotros, que mantenemos las normas impuestas, tendríamos que estar abiertos. Sería muy bueno para la población en general. Además, los contagios en clubes deportivos han sido mínimos», añade Secundino González.
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El Principado ha decidido ser tajante. Puertas cerradas para casi todos. La oleada de restricciones impuestas por el Gobierno está poniendo a prueba la resistencia de los clubes deportivos. La lista es larga: gimnasios, hípica, vela, golf, estaciones de esquí (el Ministerio de Sanidad recomienda que estas no se abran en Navidad)... Nadie puede entrar. ¿Pero proteger la salud de los ciudadanos es incompatible con el desarrollo de actividades deportivas que pueden ser calificadas como seguras? Esa es la pregunta que los centros deportivos trasladan y para la que tienen una respuesta: 'No'. Esa es, al menos, la que le han compartido, de momento por carta, en tres ocasiones, con el presidente del Principado.
«Somos optimistas con Adrián Barbón. Tiene una responsabilidad que le conlleva a tomar decisiones y seguro que va a ser sensible a nuestra situación», dice el máximo responsable del Grupo. El desarrollo de una práctica deportiva que cumpla los protocolos, entienden, no solamente es seguro, sino que puede resultar beneficioso para la población.
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«Hay pocos deportes federados en el que al jugador le correspondan tantos metros cuadrados, que uno practique sin que nadie esté a su alrededor», dice Pedro Vega. Una posición compartida por el presidente de Castiello. «Contamos de que una instalación de unas 40 hectáreas, unos ochos campos de fútbol. Tocamos casi a una persona por cada campo», recalca Senén Merino. «Tener el golf cerrado es incomprensible», añade.
La pandemia también pasa factura a los números. «Desde el 13 de mayo hubo una pérdida de socios que ya contábamos con ella. Hay gente que lo está pasando mal y tienen que quitar de su economía los gastos no esenciales y un club deportivo no entra en ese apartado. Estamos convencidos de que, cuando la normalidad llegue a medio plazo, volveremos al número de socios habitual», reconoce el presidente del Santa Olaya. Una resaca común en otros clubes, aunque, cada uno, con su propia incidencia.
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