Una de las primeras tareas del día es dar el alimento al animal. ARNALDO GARCÍA

Lo que el ojo no ve del Hipíco

Imprescindibles. Los mozos y mozas de cuadra son los responsables de que los equinos luzcan hermosos y estén a punto para una competición de alto nivel

Pablo Xurde Merino

Sábado, 31 de agosto 2024, 02:00

María García-Consuegra Salvá 'Marieta' viene desde Mallorca por primera vez al Concurso Hípico de Gijón como moza de cuadra del jinete Agustí Sastre (Le Chiffre y Night Star) y la amazona Miah Yolie y su equino Conan de Taute. Tras un viaje en barco de cinco horas hasta Barcelona y una parada en Zaragoza, la expedición llegó por carretera hasta Gijón para competir estos días en el certamen de Las Mestas.

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Su día a día requiere dedicación y disciplina, respetando siempre los horarios que exige una competición de alto nivel como en este caso la hípica.

A las siete de la mañana comienza la actividad para los mozos de cuadra. Lo primero es proporcionar pienso y heno, así como comprobar el bebedero. Esto último solo ocurre en el caso de Gijón ya que otras ocasiones suelen tener que rellenar el agua cada día.

Los días de concurso, las labores se enfocan en organizar a los caballos para la competición: ensillar y poner a punto para que los protagonistas del concurso luzcan más allá de su actuación y recorrido. Marieta y el resto de mozos y mozas se encargan de hacer los 'moñitos' y recogen las crines para que «salgan guapos a competir», explica con una sonrisa la mallorquina, consciente de que «al final, es lo que primero se ve y que llama la atención».

Cuando no hay competición, las necesidades les llevan a organizarse con los jinetes para que monten o, simplemente para dar un paseo con el caballo.

Pese a estrenarse este año en el Concurso Hípico de Gijón, «la relación y el ambiente son muy buenos, sobre todo con los españoles», asegura Marieta después de que haya avanzado la presente edición.

En su opinión, lo más agradecido de las labores que realiza es «estar con los caballos». «Cada uno es diferente y me encanta convivir con ellos», cuenta Marieta. Su amor por los equinos, de hecho, va más allá de poner a punto a los animales. Le encanta coger las riendas, «aunque ahora no tengo caballo propio. Sin embargo, «Miah y Agustín a veces me dejan montar», cuenta.

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La otra cara de la moneda es tener que hacer las cuadras, «quizás sea la labor menos bonita, pero tampoco se pasa tan mal», advierte. Lo más complicado de los concursos como el de Las Mestas es «organizar todo antes» para que al llegar todo sea lo más rápido posible y nada falle cuando toque competir.

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