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ANDRÉS MENÉNDEZ
Lunes, 8 de marzo 2021, 01:43
El 14 de marzo se cumple un año desde que el Gobierno central decretara el estado de alarma para contener la propagación de la covid-19. El deporte ha sido uno de los peor parados por las secuelas de este virus, capaz de llevarse por delante vidas, pero también de frustrar sueños. A las puertas de un aniversario con poco que celebrar, EL COMERCIO recaba los testimonios de cuatro deportistas asturianos que son una referencia en sus disciplinas. El nexo común es que todos son deportes de contacto y ninguno de ellos lo ha tenido fácil para seguir con sus rutinas y mantener encendidas sus ilusiones. El peleador Joel Álvarez 'El Fenómeno'; el boxeador Sergio Fernández 'El Káiser'; la judoka Sara Rodríguez, y el karateka Pablo Arenas. Sus historias y situaciones tienen sus particularidades y son distintas, pero hay un común denominador: las restricciones han limitado mucho su día a día. Exigentes protocolos y problemas en algunos casos para dar continuidad a los entrenamientos. Y es que la covid ha puesto el freno en muchas de estas disciplinas. La incertidumbre ha llevado al límite a deportistas de alto rendimiento.
Habla el karateka Pablo Arenas (Oviedo, 1994) de su historia con naturalidad. Ha sido subcampeón del Mundo Universitario, tres veces campeón de España Universitario y cuatro subcampeón de España. Su pelea más reciente llegó hace justo un año, en el último campeonato de España, celebrado a finales de enero en Leganés: esa fue la última ocasión en la que el karateka Pablo Arenas se subió al Tatami. Hoy se ha distanciado. Y focaliza su tiempo en entrenar a otras futuras promesas y también en disfrutar de un 'hobby' que amenazó en convertirse en un serio problema.
Pablo fue en ese combate de nuevo subcampeón de España. Se quedó a un paso de ganar. Luego llegó la pandemia. Y su cabeza, saturada, dijo 'hasta aquí' ante las nuevas complicaciones y la falta de expectativas en competición. Eso sí antes de que la pandemia recrudeciera aún más su horizonte, Arenas ya tenía en mente la idea de dejarlo.
Sin embargo, la decisión, realmente, llegó con el aterrizaje del coronavirus y a raíz del confinamiento en el país, en marzo de 2020. Era un año muy relevante para el karate, de mucha tensión con el horizonte de Tokio. «En 2020 era la primera vez que el karate iba a formar parte de los Juegos Olímpicos. Me generó mucha presión el hecho de tener que ir; tener que clasificarme. La temporada estaba siendo dura. Teníamos que estar muchos meses fuera de cara. Dejé de disfrutar», relata.
Arenas, saturado, y que comenzó en este deporte por tradición familiar -su padre es su entrenador- se había marcado el 2020 como el último año compitiendo de toda su vida. La pandemia, en cambio, precipitó su adiós y no ha vuelto a subirse al tatami desde el combate en Leganés. «Ha sido un acelerador de una decisión que tenía tomada. Se cancelaron todos los combates durante 2020», cuenta el karateka, obligado durante el periodo de confinamiento a ser instruido de forma 'on line' -a través de la plataforma 'Zoom'- por su propio padre. Más piedras para la mochila. «La pandemia ha obligado a un cambio muy grande en todos los sentidos», lamenta, aunque asume que el hecho de que no hubiera un horizonte para competir en meses le ayudaron a darse cuenta que «no merecía la pena».
Apodado 'El Káiser' por la admiración que despertaba en su padre el central alemán Franz Beckenbauer, el relato del karateka Pablo Arenas le resulta familiar a boxeador Sergio Fernández (Gijón, 1992). Porque este campeón de España de peso medio, ha vivido desde marzo un auténtico vía crucis. Apenas un combate en un año cuando estaba en la cima, y después de muchos esfuerzos. «Imagina cómo he vivido este año... Estaba en el mejor momento de mi carrera. Y en un año he hecho nada más que un combate. Perdí la forma, lo perdí todo. Tuve que volver a empezar de cero. Ha sido como volver a empezar a boxear. Después de un año sin competición es como debutar. Piensa en un futbolista que se pasa un año sin competir», reflexiona el púgil, policía local en Oviedo, y que pasó el virus, aunque sin dejarle secuelas.
'El Káiser' ha visto cómo se le caían hasta tres peleas por el virus, dos de ellas en el extranjero (Austria, e Inglaterra). «En Inglaterra me dijeron solo unos días antes que tenía que pasar 5 días de cuarentena para competir. El 20 de marzo tenía una pelea en Austria. Pero no admiten a boxeadores que no sean de Austria o de Alemania», explica. «Llegué a estar desmotivado. La preparación para un combate es muy dura y después ves que no se celebra... Estuve cerca de dejarlo», añade. La única pelea que tuvo desde el estallido de la covid se celebró sin público, ni 'sponsors'.
El Káiser' tuvo que poner mil euros de su bolsillo para que se pudiera celebrar el combate y su rival aceptara pelear. Una ruina. «¿Volver a competir? No se sabe. No hay un horizonte claro a corto plazo. Hasta que no haya garantías claras de que se va a celebrar la pelea, no voy a preparar un nuevo combate», añade.
La prestigiosa judoka Sara Rodríguez (Gijón, 1996) se siente una afortunada. «En Madrid se han permitido mejores condiciones para entrenar que en Asturias. Me consta que allí lo han tenido muy complicado para entrenarse. Nosotros, en cambio, podemos entrenar en mejores condiciones. He continuado ejercitándome todos estos meses en mi gimnasio, el Dojo Quino Brunete», explica desde Madrid.
El coronavirus, según relata Rodríguez, le ha detenido en seco. Porque las fuertes medidas de prevención y la incertidumbre provocan que solo estén compitiendo aquellos que tienen opciones para estar en los Juegos. Nadie más. La Federación limita más las plazas ahora. «Si eres positiva en una competición internacional y te ves obligada a quedarte confinada en un país los gastos te los tienes que costear tú. Con todas estas circunstancias, no merece la pena competir», dice.
El peleador Joel Álvarez 'El Fenómeno' (Gijón, 1993) ha vivido en primera persona la otra cara de la moneda en la UFC. La 'Fight Island' celebrada en Abu Dhabi no se ha detenido ni un solo día desde que estalló la covid. ¿Cómo lo han logrado? A través de un control exhaustivo, el más duro del mundo, según reconocen los especialistas: test masivos, aislamientos, confinamientos y cierres perimetrales en Abu Dhabi.
«Ha sido el único lugar del planeta que en los deportes de contacto se ha seguido compitiendo en todo momento durante la pandemia. Sé que hay gente que lleva muchos meses sin competir, soy un afortunado», confiesa Álvarez. «Para poder competir en la 'Fight Island' estuve primero dos días aislado en Londres antes de ir a Abu Dhabi. Allí todos los peleadores estábamos confinados en un hotel, cada uno en una habitación. Estuve separado incluso de mis entrenadores. Cada uno dormíamos en una estancia diferente para coincidir lo mínimo. Y luego está la forma en la que supervisan todo al detalle. Nadie hacía más controles ni más test del covid: hacemos 7 PCR», explica.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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