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El jinete Julio Arias (Pola de Siero, 1986) es de esos que no se detienen. No se atraganta cuando el teléfono no para de sonar desde que se subió a lo más alto del podio como campeón de España absoluto de saltos. Llamadas, mensajes, ... whatsapp... Parece tranquilo, al menos, lo aparenta, cuando responde a la llamada de EL COMERCIO tras completar un entrenamiento ya en Madrid. «Han sido unas horas muy intensas».
–Hace unos pocos años decidió dar un giro. ¿Estos son los frutos?
–Sí. Al final, hay que tener una estructura que es muy cara, muy fuerte y eso tarda tiempo en construirse. Pero, poco a poco, van saliendo los resultados.
–¿En qué consistió ese cambio?
–Antes trabajaba para otra persona y decidí ponerme por mi cuenta. Y eso se logra con pequeñas decisiones, pequeños pasos. Hacerlo de una vez es imposible cuando empiezas de cero o sin nada.
–Y, en ese punto, ¿uno necesita a una persona que lo dirija o uno ya tiene un camino diseñado?
–Es la experiencia de haber trabajado con personas que también lo han hecho por su cuenta y aprender de ellos. También hay que fijarse en los demás, en aquellos que de verdad lo consiguen. Del mismo modo, también tienes que guiarte por tu 'feeling', por saber hacia dónde vas y tener claro que siempre querrás llegar.
–¿Supone mucho sacrificio?
–Al final, la hípica es un deporte que hacemos con animales, que son seres vivos como nosotros, que comen, tienen dolores y han de ser atendidos las 24 horas. No hay días de descanso. Y, cuando te dedicas a la competición, necesitas un número importante de ellos. Cuando no es uno, es otro. Siempre tienes que estar dedicado al 100%.
–No es el suyo un deporte muy conciliador.
–Estás todos los fines de semana viajando, tu familia tampoco te puede acompañar siempre. Desde luego no es una vida convencional. Y, cuando llegas a casa, también estás todo el día dedicado a la cuadra. No es lo más fácil.
–¿No se puede desenganchar?
–No puedes. Al final, son animales y tienes que estar todo el día pendiente de ellos.
–Ha vuelto a España tras residir varios años en el extranjero.
–Hace tres años me puse por mi cuenta y, al siguiente, volví a España. Estoy afincado en Madrid.
–¿Es obligatorio salir de España?
–Es necesario, más que nada, para conocer porque, al final, es verdad que en España aún no hay mucha cultura de lo que es dedicarse a esto profesionalmente y vivir de ello. Tienes que ir, conocer, ver cómo lo hacen las personas que se dedican a ello y aprender de ellas. Luego, cuando tienes tu red de clientes, ya da igual dónde estés.
–Suele decir que la receta del éxito es 'trabajar y trabajar'.
–Lo mantengo. Esto no es un camino de rosas. Muchas veces es muy frustrante. Al final se trata de aguantar, de tener claro hacia dónde quieres ir. Que todas las decisiones sean en base a eso.
–Ahora, no solo salta, sino que entrena a jinetes, comercia...
–Al final es un poco necesario para tener el equilibrio de todo.
–Decía hace unos años que compartía con su padre esa mala leche, ese carácter.
–Sí, somos muy serios. Él es una persona que ha tenido mucho éxito y en ese sentido tenemos el mismo carácter. Somos peleones.
–¿Que supone este triunfo?
–Es un pequeño paso más. Siempre intento apuntar un poco más arriba y seguir evolucionando, seguir creando una cuadra que tenga un buen nivel de caballos. Al final es llegar a estar otra vez ahí arriba en el deporte internacional. Poco a poco, cuando haces las cosas bien, llegan los resultados.
–No es precisamente un camino sencillo...
–Como cualquier deporte o cualquier otra cosa en la vida.
–Pero depende de un tercero, un animal.
–Sí, claro. Es un deporte complejo. En España no hay cultura, no hay conocimiento de las horas que dedicamos. Pero al final tengo la suerte de ser de una región dentro del España con mayor cultura. Por ejemplo, gracias al Hípico de Gijón, la gente conoce un poco más nuestro mundo y lo llegan a apreciar.
–Este verano se habló de usted, y para bien, en el Hípico.
–Ya se va viendo una cuadra un poco más fuerte, empiezas a ser más competitivo. No fue tan bien como nos gustaría, pero volveremos y espero que más fuertes.
–¿Qué le falta al Hípico?
–Creernos que tenemos unos de los mejores concursos del mundo. Hay muchos concursos que ha decidido poner la misma fecha, pero Gijón tiene que seguir empujando e intentar competir con ellos. Es una cita diferente a lo que se suele ver en Europa. Es un éxito total al que hay que dar visibilidad.
–¿Por qué momento atraviesa la hípica en Asturias?
–La presidenta de la territorial, Ana Palacio, está haciendo una labor muy buena que es potenciar mucho la competición entre las escuelas. Y eso crea afición, competitividad.
–Usted comenzó joven.
–Con unos diez años, en alevines.
–¿Con 'Mané'?
–Fue mi primer caballo, pero no llegué a competir con él. Fue un regalo de un tío mío y era un poco grande para mí. Fue un caballo que me metió en este mundo, pero yo creo que lo disfrutó más mi padre.
–Nadie salta sin un buen caballo.
–Es otro aliciente. Además de ser buenos en la pista, tenemos que serlo fuera, seleccionando, buscando el caballo, preparándolo y haciéndolo mejor.
–Dígame algo de 'Filou du Manoir'?
–El propietario es Pepe Gutiérrez, de Gijón. Lo compraron él y mi amigo Marcos Díaz en Francia. Lo estuvieron trabajando un poco, montándolo y luego ya se vio que tenía potencial. Decidieron dejármelo para seguir desarrollándolo. Nuestra labor también es encontrar y descubrir esos potenciales. Ahora estoy en Madrid, pero me voy el martes a Alemania y Bélgica a ver caballos, y el jueves estoy de vuelta en otra competición.
–¿Cuál es su agenda?
–Voy a saltar con el equipo la Copa de Naciones de Montemedio en dos semanas. Luego la idea es hacer tres semanas más en Oliva, en Valencia, que voy con todos los clientes y otros caballos que estoy preparando. Y, después, la idea sería saltar las Copas del Mundo de Madrid y La Coruña.
–¿Tiene una cuadra propia?
–No. tengo una alquilada en Madrid de unos amigos míos que ellos no la usan nada. Y estoy empezando un tema de cría también en Asturias, ahí en El Berrón, con una finca nueva. Ahí empezaré a producir bastante caballos.
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