Saúl Craviotto, a la derecha, en el podio, con el resto de medallistas en la prueba en la que el policía afincado en Gijón conquistó el bronce.

Póquer de metales para Craviotto

«Me comeré una buena fabada y un cachopo y luego iré a casa de mis padres para comerme unos caracoles», asegura entre risas el palista

E. V. ESCUDERO / D. BUSTO

Domingo, 21 de agosto 2016, 01:44

El camino largo hacia unos Juegos, las pruebas del Preolímpico de Alemania que otorgaban las últimas plazas disponibles, fueron su obligada hoja de ruta. Saúl Craviotto superó el mazazo de no haber logrado la plaza para Río en el Mundial de Milán y en Brasil se coronó de nuevo -«despertaron a la bestia», había dicho tras la competición italiana-. Tras el oro en K-2 200 del pasado jueves, el piragüista catalán, afincado en Gijón, sumó ayer un bronce en K-1 200.

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Un premio logrado con incertidumbre final -los jueces debieron consultar la 'foto finish'-. De menos a más, Craviotto adelantó en los últimos cien metros de la laguna Rodrigo de Freitas a cuatro rivales para colgarse un bronce, con un tiempo de 35.662. Su cuarta medalla olímpica tras el oro de Pekín 2008 y la plata de Londres 2012.

«Ahora ya estoy mucho más tranquilo y relajado», comenta el palista hora y media después de la final, pero todavía junto a la laguna donde se disputó la competición. «Con la medalla en el cuello se ve todo mucho mejor», añade. Craviotto rememora entonces la carrera, y asegura que «hasta que no he visto el resultado en la pantalla no me lo he creído. No me ha dado tiempo a ir pendiente de lo que hacían los otros y cuando he cruzado la meta he visto que había tres o cuatro que habíamos entrado muy juntos, así que ha tocado esperar». Su nombre aparecía tercero, pero al ver que el alemán Ronald Rauhe levantaba los brazos, se mosqueó «un poco». Al final, mismo tiempo. Bronce para los dos, «así que todos contentos».

Craviotto regresará a Gijón con dos medallas, algo que «si me lo hubieran dicho el año pasado, cuando me quedé fuera de la final en el Mundial, no me lo hubiera creído. Esto era algo inimaginable entonces. Es increíble cómo ha cambiado todo en unos meses».

Ahora, el piragüista catalán solo piensa en regresar a España, a su casa en Asturias. Es turno de los homenajes... gastronómicos. «Me comeré una buena fabada, y un cachopo y luego iré a casa de mis padres para comerme unos caracoles y lo que sea. Ya veremos. Voy a pegarme unos homenajes gastronómicos ahora increíbles», comenta entre risas.

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Fabadas y cachopos que se ha ganado a pulso. Palada a palada. El ciclo olímpico no fue sencillo. Además de las largas jornadas de paladas en el embalse de Trasona, el secreto de Craviotto ha estado en su cocina. El catalán comenzó el pasado verano una transformación en su alimentación siguiendo los consejos de su mujer Celia, aficionada a la nutrición. Desayunos menos copiosos pero más cargados de energía, nuevos ingredientes en la comida y combinación de frutas y hortalizas para acelerar la recuperación.

Un cambio necesario para hacer frente al paso del tiempo y alargar su carrera. Cuidar más el cuerpo. «Hace un año que decidimos cambiar nuestra forma de comer de manera más habitual. Fue cuando nos lo tomamos más en serio y fue creciendo una afición por la nutrición que compartimos. Está claro que no es que haya ganado por esto, pero todo ayuda», relata Celia.

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Heath se lleva el oro

El británico Liam Heath se impuso ayer en la final con un tiempo de 35.197, por delante del francés Maxime Beaumont (35.362), mientras que Craviotto y Rauhe compartieron el bronce al entrar con el mismo tiempo.

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