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Igor Barcia
Jueves, 15 de julio 2021, 00:31
Fue hace cinco años. Cuatro atletas se jugaban el oro olímpico en la final de salto de altura. Tras superar el listón sobre 1,97, Ruth Beitia tiene ventaja -sin nulos- sobre la croata Blanka Vlasic, la estadounidense Chauté Lowe y la búlgara Mirela Demireva. ... Y como ninguna franquea los dos metros, la gloria es para la saltadora cántabra, la primera campeona olímpica del atletismo español. Ahora, en la cita de Tokio de 2021, Beitia cederá su cetro, tendrá sucesora, pero para siempre quedará aquel momento inolvidable de los Juegos de Río.
- ¿Cómo vive Ruth Beitia la llegada de una nueva cita olímpica?
- La vivo expectante. A nivel deportivo ya es hora de pasar el testigo, ya es hora de que haya una nueva campeona olímpica, que por esta pandemia ha costado un año más ceder el cetro. Y la vivo expectante por la sensación de que no tenemos ni idea de lo que vamos a poder ver, de lo que van a sentir los deportistas. También con la sensación de que voy a tener un montón de horas para poder ver atletismo, para ver otros deportes y vivir los Juegos desde otra perspectiva, aunque me hubiera encantado estar allí.
- Será una forma desconocida después de tantos años de actividad profesional...
- Solo lo podría comparar con los Juegos de Londres, que competía de los últimos días y fui con el tiempo justo, así que pude ver competiciones por televisión, pero ahora no tengo la presión de competir, claro.
- ¿Qué han supuesto los Juegos Olímpicos para Ruth Beitia?
- Empezaron siendo un sueño, viendo los Juegos de Barcelona. Que estuviera mi padre allí como juez de atletismo nos llenó mucho y supuso un sueño, el deseo de estar en unos. Y a partir de ahí fue ir cumpliendo etapas de ese sueño, que fue creciendo. Primero en Atenas quería llegar a una final, lo logré en Pekín donde fui séptima -a día de hoy cuarta-, en Londres quedé cuarta, pensaba que iban a ser mis últimos Juegos y salí de allí derrotada, con un magnífico cuarto puesto. Pero llegó Río y tuve la sensación de que desperté de un sueño para vivir una maravillosa realidad, con una medalla de oro compartida siempre al 50% con mi entrenador Ramón Torralbo.
- ¿Se sigue emocionando al recordar aquel momento?
- Sí, y sobre todo este año que no se si es por la pandemia, porque toca pasar el testigo al comenzar el gran evento del deporte después de lo que se ha hecho esperar o que lo voy a vivir de otra manera. Pero cada vez que veo un vídeo o tengo un reconocimiento me emociono, se me pone la piel de gallina y se me escapa alguna lagrimita. Tocaba afrontarlo, porque hace cinco años era yo la que estaba ahí. También te das cuenta de lo rápido que pasa le tiempo.
- ¿Y qué sentirá cuando vea la final de altura de Tokio?
- He ido de jefa de equipo en el Europeo, en Copa de Naciones, y ahora sé todo el trabajo que hay detrás de una selección. Permitirme poder escaparme dos horas para ir a ver mi prueba, sentarme en la grada y ver a mis chicas, es precioso. Me pongo en una buena posición y veo que siguen buscando esa mirada cómplice, ese abrazo. Poder transmitir fuera de la pista lo que he vivido dentro es fantástico. Y lo vivo sobre todo muy relajada, sin la presión que viven ellas.
- El oro de Tokio acapara el protagonismo de su trayectoria olímpica, pero los Juegos de Londres le marcaron mucho...
- Desde luego, ese estadio es especial, primero por los Juegos, pero también fue la primera vez que salí con la sensación de haber dado el cien por cien de mí, y la sensación agridulce de saber que una persona estaba segura que había hecho trampas. Estaba totalmente convencida y nos dolió mucho. Con Ramón esas cosas no las hablaba porque no podíamos vivir con la sospecha, pero es agridulce saltar dos metros en la final, hacer la que creo que fue la mejor final de mi vida, y quedar fuera del podio. Recuerdo que nos sacaron de la pista mientras las tres primeras estaban en el podio, y Tia Hellebaut, saltadora belga, me dijo, 'tu medalla está ahí'.
- Ha tardado nueve años en llegar...
- Claro, pero nunca lo dije abiertamente hasta que salió la noticia y se confirmó.
- Volvamos a la parte positiva. ¿Qué es el espíritu olímpico?
- Es difícil de verbalizar y coincido con todas las personas que he podido entrevistar. Es mucho más que un espíritu, en un sentimiento, es compartir con deportistas ajenos a tu deporte, que una gimnasta de Corea del Norte se pueda hacer un selfie con una de Corea del Sur... es mucho más que cualquier cosa que se pueda contar, hay que vivirlo. Es entrar al estadio y ver que formas parte de esa inauguración, que después de estar cuatro horas esperando se te olvide absolutamente todo porque estas al lado de ídolos... Ahí se comprende el sueño de los Juegos.
- ¿Qué momentos recuerda?
- Recuerdo admirar a deportistas como Kobe Bryant y hacerme una foto con él. Yo soy mucho de respetar porque todos estamos a lo que estamos, jugándonos el trabajo de cuatro años. Pero le dije 'soy amiga de Pau Gasol, ¿me puedo hacer una foto contigo?'. Sentí mucho cuando falleció y recordé aquel momento. Nunca le vi jugar un partido, pero estuve en unos Juegos con él.
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