Comaneci, durante un ejercicio.
Gimnasia Artística

Comaneci: «Me esperaban 10.000 personas en el aeropuerto y no sabía por qué»

La gimnasta que consiguió el primer '10' olímpico recuerda 40 años después una hazaña de la que no fue consciente

COLPISA

Lunes, 18 de julio 2016, 16:02

Nadia Comaneci saltó, voló y aterrizó de manera excelente en los Juegos Olímpicos de Montreal. Entonces su destreza le ofreció el primer '10' en un evento olímpico, la nota perfecta, el recuerdo que selló una huella en la niña rumana de 10 años. «Probablemente fue en la barras paralelas porque es donde conseguí el primer 10. Hay quizás dos imágenes que definen esos Juegos. Una es la salida de las barras asimétricas como un pájaro y la otra en el ejercicio de suelo», rememora para laureus.com cuatro décadas después de su hazaña.

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En realidad, a Comaneci no le sorprendió aquella nota porque en los campeonatos anteriores se había convertido en habitual entre las mejores gimnastas y se repitió en el mismo evento. Pero a los ojos del mundo la cifra redonda simbolizó la perfección y transformó el mundo de la gimnasta artística olímpica. «Volví de los Juegos y cuando salí del avión había 10.000 personas en el aeropuerto y no sabía por qué habían venido porque nunca pensé que hubiera hecho nada diferente a lo que había hecho en el gimnasio», reconoce ahora la niña esculpida con el autoritario sistema del país que le privó de cualquier cosa que no fuera el deporte hasta que se retiró y adquirió la nacionalidad estadounidense.

Recientemente, Comaneci reveló en una biografía que había sufrido las abusos de un sistema implacable que se aprovechó de la propaganda del éxito de una niña que hoy es una madre que no ha abandonado el mundo de la gimnasia. A pesar de los sacrificios y obligaciones, los inconvenientes no han empañado el pasado. «Puedo sentir de manera vívida cuando caminaba por el pabellón y el ruido. Recuerdo todos esos momentos incluso ahora», explica la hoy analista que dio cara a la perfección y nombre a dos movimientos en las barras asimétricas. Ya puede valorar la importancia de su nota mucho mejor que hace 40 años y confesar su inocencia. «Sólo tenía la esperanza de no meter la pata en la barra de equilibrio o en las asimétricas», reconoce la gimnasta perfecta con una sonrisa.

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