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J. L. CALLEJA
Lunes, 9 de agosto 2021, 01:27
En la pista del colegio Noega del popular barrio gijonés de Contrueces, Raúl Entrerríos dio a finales de los 80 sus primeros pasos en el balonmano. José Manuel Fernández Rouco, profesor gallego ya jubilado, y el técnico Alberto Suárez pusieron los pilares de un proyecto de cantera del que surgieron posteriormente figuras mundiales de este deporte. Un reducido número de padres, con Ángel Hernández la cabeza, fundó el Grupo Astur, en el que coincidieron los hermanos Alberto y Raúl Entrerríos, junto a los hermanos Monjardín, Chechu y Sergio, que crecieron al lado del gran capitán de la Selección.
Tanto el citado directivo como ambos jugadores hablan con orgullo del carácter generoso del 294 veces internacional y de su vertiente humana. Destacan la preocupación y atenciones que ha tenido siempre con los que considera amigos de la infancia, las amistades de toda la vida.
Chechu Monjardín, gerente de la tienda Universo Balonmano, tiene dos años más que Raúl. Coincidió con el astro gijonés en el Grupo Astur y, posteriormente, en el Deportivo Gijón Balonmano antes de irse al Ademar en el 2000. «Mi hermano Sergio y él eran los más destacados del equipo cadete y jugaban con nosotros ya en juveniles», explica.
Relata que salían con los mayores del club en pandilla y que tenían un buen comportamiento,«porque no bebían una gota de alcohol, se cuidaban mucho y acataban lo que imponíamos los más veteranos». Del carácter de Raúl, Chechu Monjardín resalta su generosidad en la cancha con todos y con el paso de los años, ya siendo una figura mundial de balonmano «siempre mantuvo contacto con los amigos del barrio y se preocupó por ellos, algo que es para quitarse el sombrero».
Confiesa el mayor de los Monjardín que se emocionó y lloró viendo el partido contra Egipto en el que España obtuvo la medalla de bronce, pero sobe todo cuando vio el vídeo en el que el gran capitán español dijo adiós al balonmano.
Sergio Monjardín, que tiene los mismos años que Raúl, fue su fiel escudero en los inicios, siempre a su lado fuera y dentro de las canchas. «Empezamos juntos con Alberto Suárez en minibenjamines y en benjamines quedamos ya campeones de Asturias con él de portero, algo que fue increíble», subraya el menor de los Monjardín.
A lo largo de su adolescencia lograron varios éxitos deportivos, entre los que destaca el Campeonato de España por selecciones autonómicas de la categoría cadete y el tercer puesto nacional en juveniles en el mismo torneo. «Teníamos un equipazo y Raúl ya era de los que más destacaban», enfatiza. Al mismo tiempo valora su entrega a los demás en todos los aspectos, «porque nunca fue egoista ni quiso ser protagonista, daba un pase al que mejor colocado estuviera y no pretendió en ningún momento ser el máximo goleador, pese a que tenía capacidad de sobra para ello».
Sergio y el gran capitán de la Selección compartieron muchos momentos. Tras jugar desde pequeños en el colegio y divertirse en sus respectivos hogares en su tiempo libre fueron al colegio y a la Universidad Laboral juntos. El pasado sábado fue un día emotivo para Monjardín, que no pudo evitar las lágrimas al ver el partido de su adiós y sus posteriores declaraciones a través de la pequeña pantalla.
Aprecian de Raúl que siempre muestra interés por los amigos de la infancia, aquellos con los que salía en pandilla, aunque cuando viene tiene la agenda repleta, pero siempre encuentra un hueco para nosotros. «Es encantador y siempre nos presta mucha atención con ese carácter abierto que tiene y jamás hizo una 'putada' a nadie», insiste Sergio Monjardín, que observa una cara diferente sobre el parquet. «En la cancha se transforma y es el auténtico líder como ha demostrado en las competiciones internacionales, tanto con el Barcelona como con la Selección».
Ángel Hernández 'Gelu', actual delegado del Gijón Jovellanos y primer presidente del Grupo Astur, reconoce que vivió con gran intensidad la despedida de Raúl a través de la televisión. «Fue una inmensa alegría verle ganar el bronce y encima marcando el último gol del partido».
De los comienzos de quien ha portado el brazalete de 'los Hispanos' valora «la gran humildad de un chico de barrio, al que nunca se le subieron los títulos a la cabeza como a otros, porque sigue siendo el de antes».
Gelu Hernández está «muy orgulloso» de que en el modesto club de Contrueces, que dirigió durante 17 años, hayan surgido figuras mundiales del balonmano como los hermanos Entrerríos que «siempre que son fabulosos e increíbles, por lo que son un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones».
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