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Enmuanuel Reyes, El Profeta, regresará de París con una medalla de bronce colgada del cuello. En un combate reñido, entre dos boxeadores de la misma ciudad pero de escuelas muy diferentes, Loren Berto Alfonso se impuso al púgil español y se clasificó para la final. ... El Profeta trató de ganar el duelo con un estilo ofensivo, directo, a veces un poco confuso, pero se topó con un enemigo sutil, que bailaba con los puños bajos, como ofreciéndole la cara, aunque luego sabía conectar golpes sorprendentes a gran velocidad.
El resultado final fue 4-1, pero la igualdad presidió todos los tramos del combate. El segundo asalto acabó por determinar la superioridad del azerí, si bien en el primero pareció imponerse claramente el español. En el último 'round', las acometidas febriles de El Profeta, a la búsqueda del golpe definitivo, no fueron suficientes para burlar la defensa del púgil de Azerbaiyán, que rehuyó la pelea y se dedicó al baile, paseándose por el ring siempre con la guardia baja. «No soy un boxeador fajador», reconocía Loren Berto Alfonso al acabar el duelo. Su estilo limpio, nada embarullado, que aprovecha las acometidas del rival para soltar golpes reactivos, agradó a los jueces, que le concedieron el triunfo final.
En cualquier caso, Reyes consigue por fin la medalla olímpica que llevaba al menos cuatro años buscando con desesperación. En Tokio se quedó a las puertas, pero en París ha podido saborear a qué sabe un metal. Aunque sea de bronce. El púgil de La Coruña se creía ganador y lamentó que los jueces se inclinaran por premiar al que esquiva y no al que propone. «Parece que ahora se prima el boxeo de levantar la mano sin dar golpes», ironizaba Reyes. Muchos púgiles, como Loren Berto Alfonso, lo hacen así para engañar al jurado, haciéndoles ver que han acertado en el rostro del rival más veces de las que realmente lo han hecho. La derrota, sin embargo, no le borró la sonrisa que tiene desde el 1 de agosto, cuando ganó su combate de cuartos al belga Schelstraete: «Estoy contento con la medalla y muy agradecido a Dios. Por fin he podido aportar mi granito de arena a la delegación española», subrayaba El Profeta, que ya está deseando participar en la ceremonia de entrega de medallas en Roland Garros.
Enmanuel Reyes consigue la primera medalla para el boxeo español desde hace 24 años, cuando el actual seleccionador, Rafa Lozano, logró su segundo metal en Sydney, una plata en la categoría minimosca. La siguiente llegará en los próximos días, cuando el marbellí Ayoub Ghadfa dispute su combate de semifinales frente al francés Aboudou. Esa pelea ya no se celebrará en el París Nord Arena, sede habitual del boxeo, sino en el magno escenario de Roland Garros. No lo tendrá fácil el púgil andaluz porque deberá imponerse en un escenario hostil, ruidoso, con el público en contra y ante un enemigo poderoso. Si pierde, al menos habrá asegurado el bronce. Dos medallas para certificar el éxito del boxeo español en París.
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