Una patata caliente del apoyo al deportista olímpico es cómo conseguir una suficiente dedicación, pudiendo concentrar su atención y esfuerzos prioritariamente en su preparación deportiva. Esto ha originado no pocos problemas en el pasado. Desde aquellos que abandonan los estudios por su preparación deportiva, comprometiendo ... su vida post deportiva o estando permanentemente atado a ese deporte ante la ausencia de alternativas, hasta los que estudian y trabajan mientras se preparan pero que no priorizan el deporte y por tanto no desarrollan totalmente su potencialidad.
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Entre medias de estos casos, un sinfín de situaciones personales y decisiones tomadas en un entorno de altísima incertidumbre. Si hay un escenario crudo para el trabajo ese es el alto rendimiento deportivo. Salvo en los deportes profesionalizados, la decisión de dedicarse a esto no se puede sujetar sobre razones objetivas, sino sobre razones que solo el corazón entiende.
En esta tesitura, los estados hace tiempo comenzaron a explorar cómo dotar a este campo de minas de algo de seguridad y muchos países de tendencia soviética abordaron programas por los cuales el deportista olímpico había cumplido una tarea de altísimo valor para el pais – se exaltaba un régimen- y la forma de pagar ese importante desempeño era hacer al deportista funcionario. Cuerpos policiales, organismos estatales de trabajadores públicos, empezaron a ser poblados por atletas olímpicos retirados que desempeñaban las funciones que les hubieran sido encomendadas, puesto que su formacion era exclusivamente deportiva. Con la desaparición del bloque de países comunistas, esta tendencia ha caído en desuso, salvo en algunas excepciones, y si no ha sido replicado por los otros estados es porque adolecía de algunos fallos de diseño. Por ejemplo, si eras olímpico una vez con menos de 25 años y sabías que la vida la tenías resuelta era altamente probable que pasar otros 4 años preparándote al máximo nivel competitivo ya no fuera tan atractivo. El alto rendimiento es muy duro, la exigencia y el estrés terrible y las opciones de medrar siempre escasas. Se llegó a la conclusión que solucionar la vida post-deportiva de los deportistas tenía peligros evidentes, por ejemplo, que abandonasen prematuramente el deporte.
En estas circunstancias, el modelo derivó a modelos más mixtos, donde se premia económicamente ser atleta olímpico vigente y obtener resultados de alto nivel anualmente, y se dan facilidades para una retirada que garantice una reinserción social satisfactoria. De este modo el deportista no tendría ya un seguro de vida y la fuente de financiación principal se convierte en ser medallista. La derivada más importante de este planteamiento es que ya no resulta complicado encontrar deportistas que se alarguen en sus carreras a 3 y 4 ciclos, cosa que antes era inimaginable. La carrera olímpica ahora es más larga que nunca por este sistema de zanahoria y palo, que, si bien no es perfecto, sirve para que los patronos y estados tengan la tan ansiada representación sin esperar al talento futuro, que con la globalización y la caída demográfica se va a poner complicado en el medio plazo.
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