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«No podía dejar que te fueras con hambre de aquí». La atleta se sorprende cuando la periodista le ofrece el cruasán y un zumo. «¡Es justo lo que necesito ahora mismo!» I. Barcia
La historia de amistad entre una atleta eslovaca y la periodista que no pudo pagar su comida

La historia de amistad entre una atleta eslovaca y la periodista que no pudo pagar su comida

¿Es posible hacerse amigo de un atleta en plenos Juegos? Así se convirtió un cruasán en símbolo olímpico

Marta San Miguel

Enviada especial a París

Sábado, 10 de agosto 2024, 00:43

A las once y cuarto de la mañana, ya no hay hueco bajo las sombrillas de la zona mixta por la que pasan los atletas que acaban de correr el maratón de marcha en Trocadero. El sol provoca chispazos en la superficie del Sena, en ... las hojas de los árboles, en las gafas de sol de los periodistas, en las gotas de sudor. Pero Hana Burzalová tirita. «Hablemos en otro momento», le digo mirándole los brazos, pero ella quiere seguir ahí, porque en el fondo lo que está pasando no es una entrevista, sino un reencuentro personal con el que la corredora eslovaca no contaba. Hana lleva puesto un bikini verde con dorsal, al resto nos sobra la ropa; tiene la piel muy blanca, con algunas pecas y los poros de los brazos y el cuello como minúsculos volcanes. Al principio el temblor es leve, si acaso un escalofrío, así que su pareja en la carrera mixta, Dominik Cerny, le pasa el brazo por encima para transmitirle su calor. «Es la chica de la que te hablé», le dice. Y él entonces sonríe al comprender.

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