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t EL COMERCIO reveló que Craviotto había pedido volver al servicio activo para ayudar durante la pandemia . ARNALDO GARCÍA
Final feliz después de un año cargado de obstáculos

Final feliz después de un año cargado de obstáculos

Pandemia, accidente y polémicas. No ha sido un camino de rosas para el K 4. El covid, el cambio de piragüas o el conflicto generado por la composición de la embarcación han multiplicado la dificultad del hito

JOSÉ ÁNGEL GARCÍA

Domingo, 8 de agosto 2021, 01:52

Desde el podio olímpico, la vista es magnífica. Tocando la gloria y paladeando un éxito al alcance de solo unos pocos elegidos, no se repara en muchas ocasiones en todo lo que se esconde detrás de una medalla. El K 4 español, gestado en el embalse de Trasona, ha pasado mil y una dificultades para agarrar una plata que sabe a oro después de todo lo ocurrido.

Lo primero es recordar el contexto en el que se produce. La pandemia se desató con toda su virulencia y España fue uno de los países que más sufrió los rigores del covid. Restricciones y un mar de dificultades para seguir con una rutina indispensable para los deportistas de élite. Por si fuera poco, Saúl Craviotto decidió dar un paso adelante y se ofreció a sus superiores para «echar una mano» a sus compañeros de la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en Gijón a la hora de hacer controles a la ciudadanía, cuando existían limitaciones de movilidad para frenar los efectos de la pandemia.

Craviotto quería evitar cualquier protagonismo en ese escenario. Sin embargo, la publicación de su imagen en la primera página de EL COMERCIO desencadenó el reconocimiento unánime de la ciudadanía y del mundo del deporte en particular. Un ejemplo, señalaron, en un periodo convulso.

Es la preparación olímpica un ejercicio milimetrado. Preparación al dedillo de cada detalle y no dejar nada al azar. Sin embargo, pueden ocurrir cosas y algunas que condicionan la preparación. La mala fortuna se cebó con el equipo español cuando, después de regresar de una competición, el viento que soplaba al cruzar el Huerna destrozó las embarcaciones que usaba el K 4 en su preparación. Por suerte, ninguno de los componentes del equipo, entre los que se encontraba el asturiano Juan Oriyes (al que también le corresponde una parte de esa plata por su contribución) no sufrieron daños, pero sí las piragüas. Sin tiempo para lamentos, en Portugal se construyeron los recambios con los que se iba a afinar la puesta a punto y competir en unos Juegos que eran la ilusión de los mejores palistas españoles.

Ayer levantaron los brazos en el podio Rodrigo Germade, Carlos Arevalo y Marcus Waltz, además de Saúl Craviotto, pero ese cuarteto pudo ser otro distinto. Otros dos piragüistas aspiraban a entrar en el equipo definitivo: Carlos Toro (que había sido oro olímpico) y Carlos Garrote. Ambos, a través de su entorno, acusaron a amañar la elección, señalando a Craviotto de no ofrecer la misma entrega en las distintas series que se realizaron para definir la composición del k 4. Acusaciones muy duras, amagando incluso con presentar audios, que minaron unos días el proyecto, poniendo en entredicho todo el trabajo que estaba derrollando el equipo comandado por el luanquín Miguel García, seleccionador nacional.

El K 4 se sobrepuso a todas las dificultades, orilló las polémicas y logró convertir en realidad un sueño que alimentaron a lo largo de los últimos cinco años.

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