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Han sido muchos días de sacrificios, de trabajar como «bestias», como reconocen los protagonistas. Días de sinsabores, de frustraciones, de dudas, pero también de alegrías y satisfacciones. Todo eso valió la pena. La medalla de bronce que consiguió ayer el K4 'asturiano' cincelado en Trasona ... por el luanquín Miguel García es una recompensa que premia todos eso esfuerzos. Es indudable y lógico que el bronce les parezca poco premio cuando en los sueños de todos figuraba el oro como el fin del camino. Sin embargo, hay que valorar el bronce y lo que significa. Esta medalla es la sexta que se cuelga Saúl Craviotto, un deportista único en el escenario nacional. Su seis metales en cinco Juegos Olímpicos. Nadie ha subido más veces al podio que este ilerdense que hace tiempo tiene parte de su corazón gijonés. Se ha ganado a pulso un lugar privilegiado en la historia del deporte.
Medallistas de plata en Tokio bajan un escalón en el podio después de enfrentarse a una de sus carreras más difíciles, ante una competencia feroz que no se lo puso nada fácil. Estaba Alemania, actual campeona del mundo. Pero también Australia, que en las series y las semifinales batió por dos veces el récord olímpico; y la tapada, Serbia.
Los españoles salieron por la calle 7 y enseguida alcanzaron la primera posición, disparando la ilusión en el campo de regatas y en los millones de persona que seguían la prueba por la televisión, pocos minutos antes de la dos de la tarde. A mitad de carrera pasaron con 16 centésimas sobre los alemanes, que aún guardaban un cambio de ritmo en su kayak. A España también la superó Australia, que hizo unos cien metros finales para quedarse a cuatro centésimas del oro.
«Estoy feliz, muy feliz por esta medalla», aseguraba instantes después Saúl Craviotto. «Lo hemos peleado, mano a mano con los alemanes, pero lo importante es que dimos espectáculo. El deporte es esto. El bronce me sabe a gloria», resumía. Sus sensaciones iban en un aumento. Había llegado sin energía al pantalán. «Estaba así porque no podía más. En el 400 iba ya con lo justito, me he dejado las energías, el alma, para mí una final soñada. Salimos a ganar, con determinación como se sale a las finales».
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Admite que tras la semifinal y ser superados por Serbia hubo dudas en el grupo, pero también la convicción de que esto no se podía acabar así. «Nos dimos mensajes de ánimo, un par de palmadas en la espalda y aquí no pasa nada. 'Vamos a demostrar lo que hemos estado luchando tres años'. Una final se gana con la cabeza», advierte. El castigo fue salir por la calle 7, sin apenas referencias. «Quizás, gracias a eso, hicimos nuestra carrera», puntualiza Craviotto que, más allá de las seis medallas valora haber participado en cinco Juegos. «Son muchos años entre ciclo y ciclo y siempre he estado ahí», esgrime mientras insiste en que no le da importancia al número de medallas. «Hay deportes donde sólo aspiras a una medalla. ¿Quién es mejor deportista? Los ránkings nunca me han gustado
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