Jero García
VERMÚ DE DOMINGO ·
Asegura que el boxeo le dio luz a «ese reverso tenebroso que yo tenía dentro» y dice que «es mejor prepararse para encajar que para esquivar»Jero García
VERMÚ DE DOMINGO ·
Asegura que el boxeo le dio luz a «ese reverso tenebroso que yo tenía dentro» y dice que «es mejor prepararse para encajar que para esquivar»Jero García (Madrid, 53 años) llama a las cosas por su nombre. Habla como escribe, y escribe como boxea; «sin mentira», dice Pedro Simón en el prólogo de la novela 'Cola de lagartija' (Temas de Hoy). En ella, García narra las andanzas de Cola, un ... chaval conflictivo en un Carabanchel a caballo entre los 70 y los 80. «Cuando estás en un barrio donde o quitas el bocadillo o te lo quitan a ti, impera la ley del más fuerte», dice García. Y sí, él era de los que quitaban el bocadillo, como Cola, con el que también comparte una vida dura y un diagnóstico de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). Pero, con el tiempo, ambos acabarán encontrando su lugar en el mundo a través del boxeo.
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A García, además de una carrera profesional, el boxeo le ha proporcionado valores como esfuerzo, trabajo y respeto, valores que trató de transmitir en su paso por 'Hermano Mayor' y que hoy sigue difundiendo desde su fundación, destinada a la integración de los jóvenes a través del deporte y a la lucha contra el 'bullying'. «En la vida y en el ring todo el mundo necesita una esquina», escribe García.
–El bar Mauricio es casi su oficina. ¿Ahí también se toma el vermú del domingo?
–No, ese es el bar del barrio donde tengo la escuela. Ahí es donde como de lunes a jueves y donde escribo los libros, porque tengo mi oficinita y mi rinconcito, y hasta pongo pósits en la pared. «Ya está el loco este», pensarán [risas].
–'Cola de lagartija' es la historia de un chaval para el que «la única forma de conseguir algo de paz era haciendo la guerra». Usted sabe lo que es eso.
–Sí, porque yo soy diagnosticado de TDAH, pero demasiado tarde. El TDAH en los años 70 y en los 80 ni estaba ni se le esperaba. Esos trastornos de salud mental han empezado a conocerse hace bastante poco; de hecho, todavía es un gran desconocido.
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–Cola encuentra su camino en el boxeo. Como usted.
–Bueno, fue una de las puertas que me dio luz a ese reverso tenebroso que yo tenía dentro. Yo siempre digo que la conjunción entre el boxeo y el nacimiento de mi hija, siendo yo casi un adolescente, fueron los que pusieron el buen camino en mí. Cualquiera de las dos cosas aisladas no me hubieran podido sujetar los machos, pero que naciera Azahara hizo que la responsabilidad que me conlleva ese código que tengo yo de lealtad, de responsabilidad para con los míos, se extrapolara al boxeo. Y, por otro lado, todos los valores que me aportó el boxeo me ayudaron en mi propia vida.
–«El boxeo es vida, vive duro» es el lema de sus gimnasios.
–Pero no porque el boxeo y la vida lo sean, que lo son, sino porque el boxeo ha salvado muchas vidas.
–Y enseña a no tirar la toalla.
–Y que el día que te caes es el día que aprendes a levantarte. Con el libro hemos querido mandar dos mensajes principales. Uno es que a los niños no se les puede dejar solos: cualquier padre, o cualquier mentor, o cualquier acompañante de un menor, al terminar de leer el libro va a reflexionar sobre que a un niño no se le puede dejar descarrilado, porque puede ser muy peligroso. Y luego, lo de las segundas oportunidades, porque la segunda oportunidad va a venir de tu actitud para con los golpes: tú te puedes tirar toda la vida intentando esquivarlo, pero, al final, el golpe llega, por tanto es mejor que te prepares para encajar más que para esquivar.
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–Los padres tenemos que dejar que los críos se den golpes de vez en cuando.
–Claro. Si tú no los entrenas en la tolerancia a la frustración, nunca podrán superarla. El problema que tenemos con los chavales es el miedo que nosotros les insuflamos. Somos una generación de padres acojonados. ¿Y qué ocurre? Que nosotros pretendemos que nuestros hijos no tengan esos miedos, y nos estamos confundiendo plenamente. Tenemos que asumir nuestros miedos, responsabilizarnos de ellos y superarlos con coraje y fuerza, y que nuestros hijos vean que tenemos miedos, pero que los superamos. Mejor ejemplo no va a haber a la hora de educarles.
–Los golpes psicológicos son peores que los físicos.
–Otra cosa no, pero especialista en golpes soy. Después de 15 fracturas en la nariz algo sé de fracturas, ¿no? Cuando se me rompe la nariz, pues me voy al otorrino, pero cuando se me rompe la cabeza voy a que me la arreglen. Desgraciadamente, en estos tiempos somos prisioneros de la inmediatez y del 'like' constante, y ese estrés conlleva un desasosiego completo a nivel mental. Entonces, en un momento determinado tendremos que pedir ayuda e ir al taller a que nos arreglen un poco la cabeza, y no pasa nada en absoluto. Ir a terapia es lo mejor que he hecho en mi vida, es algo de lo que no me arrepentiré nunca.
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–¿Qué tiene el boxeo?
–Nos acerca al carácter primario del animal, que no es nada más ni nada menos que jugar a pelea, y eso canaliza la agresividad y regula la ira. Estamos en un momento desequilibrante, que provoca que la gente no sepa hacia dónde mirar, y eso, al final, nos debilita. Y el boxeo te da ese puntito para que, en un momento dado, te reafirmes, y tú, al reafirmarte, equilibras el sistema dopamínico, y eso te hace más o menos sentir bien.
–El mes pasado se cumplieron 20 años de su retirada del boxeo.
–Correcto. 14 de noviembre del 2003.
–¿Aún lo echa de menos?
–Siempre. Siempre. Siempre, siempre, siempre, siempre.
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