Un derbi intenso acaba con el peor final posible

Antes del desastre local, de la gloria del Oviedo, el VAR no se atrevió a enjuiciar dos manos. Una en cada bando. Pero ordenó al balón que siguiera corriendo en un partido que el equipo azul fue de menos a más, sabedor del peliagudo terreno que pisaba el Sporting, corto de fútbol todo el tiempo, desbordado de ímpetu.

El derbi amaneció febril, pasado de revoluciones. Con mucho roce y gresca. Una pérdida de Kravets consintió el primer arreón ovetense, tempranero, con un saque de falta de Cornud que Javi Mier cabeceó fuera. El canterano azul se apostó tras la nuca de Borja Bastón, con Tarín relevando a David Costas. Martí embistió con su once más clásico, sin estridencias. Musculado por el regreso de Djuka y Babin.

Aunque el primero en encontrar un punto de fuga en el derbi fue el Oviedo, la excursión más potable del primer tramo fue rojiblanca. El Sporting salió como una centella antes de los diez minutos y el centro de Djuka lo cabeceó fuera Bogdan, a un palmo de Femenías. Revolucionado el once de Martí, el equipo de Ziganda trataba de quitar burbuja al choque, que nacía desbocado. Hasta para Trujillo Suárez, de brazo rápido, que cargó con una tarjeta a 'Puma' y a Borja Sánchez antes del primer cuarto de hora. Y amenazaba con otorgarle la tercera del día a Djuka, de pelea con Tarín. Lo hizo después, engordando la estadística tarjetera, cargada, con dos auxiliares expulsados. Uno por cada bando.

Al Oviedo empezó a agobiarle la carga del Sporting, directo y agresivo. Con el corazón en la boca, volviendo a rozar el bingo en un testarazo de Rivera. Otro ataque disparado por la izquierda. Más estilista y reposado resultaba el Oviedo, sin impulsos, meneado por los finos pies de Javi Mier y Borja Sánchez. Pero tenía menos tiempo de balón en un partido medido por los decimales. Dani Calvo puso en alerta amarilla a la defensa azul tras una tangana iniciada entre él y Djuka. Puro fuego. Del lío salieron expulsados Fabián Rivero, segundo de Martí, y Sergio Segura, entrenador de porteros del Oviedo. Y en periodo de entreguerras, Babin amagó con el penalti por una mano. El balón siguió corriendo.

Bajando decibelios el Sporting por su banda derecha, un pase quirúrgico de Borja Sánchez lo centró Cornud. Despoblado el punto de penalti, Luismi llegó con la corneta en la boca y soltó un derechazo de volea que no terminó en gol por Cuéllar. El extremeño aguantó y aguantó toda la definición del mediocentro y escupió el trallazo. Otro cabezazo de Mier pasó tirando besos al larguero. Pero el choque era pendular. Y cuando mejor se expresaba el Oviedo, el Sporting pegó otro arreón, otro vuelco al partido, y rozó el gol, pidiendo penalti por una mano de Brugman tras un cabezazo de Aitor. El VAR rebobinó, pero el choque siguió. Y Kravets se despidió con un latigazo al lateral de la red. A los puntos, algo más estirado el Sporting por el volcán que tenía en la grada, abrasivo para el Oviedo, pero el guión era democrático. De resolución decimal.

La reanudación resultó igual de ardiente, con otro jaleo entre Kravets y Javi Mier y un Oviedo más espabilado. El Sporting retrocedió y Bastón tuvo la primera en un cabezazo forzado, anudado a una serie de saques de esquina. A los gijoneses les quemaba la pelota. A Borja Sánchez y Javi Mier les alimentaba, hablando el mismo idioma de Villalba, con poco sustento para su fútbol. Ziganda situó su campo base más alto. Y Martí mandó un rato a 'Puma' a la derecha para cruzarlo con Cornud, que patrocinaba muchas de las excursiones del Oviedo, más enchufado tras la reflexión en la caseta. El equipo de Martí, por contra, achantaba. El balear metió piernas para equilibrar el centro del campo con Gragera y Gaspar, relevos de Rivera y 'Puma'. Ziganda también tuneó el suyo. Sangalli y Hugo Rama, al ruedo, ventilando las posiciones de Viti y Javi Mier. Sin mover ni una coma la esencia del planteamiento azul.

El Sporting estiró un poco el pescuezo con la ronda de cambios. Y Aitor voleó a la grada una pelea de Djuka antes de dar el relevo a Pablo Pérez. Villalba hizo las maletas para establecerse en la derecha en una fase de posesiones eternas del Oviedo. La diferencia llegó en un autogol de Berrocal, cuando Cornud, superlativo todo el día, descosió a Gragera y centró. El central jerezano se tiró, nervioso, y superó a Cuéllar, con Borja Bastón listo con la recortada. Aunque el balón ya estaba dentro. Explosión azul, depresión de El Molinón. A la desesperada, Martí metió del tirón todo el arsenal que le quedaba en la despensa, con Eric Ramírez y Campuzano. Gaspar terminó de improvisado lateral.

El partido se le iba. Y el Oviedo presentaba mucho mejor aspecto, dominante y calculador, sin dejar que el guión se embalara. Bolaño, Mossa y Jimmy corrieron el final, tenso, con el Sporting pidiendo una mano de Dani Calvo a la desesperada. Con el Oviedo celebrando, cuando el balón se paró, el Sporting ofreció su peor cara. Femenías quedó acorralado por varios jugadores rojiblancos, con intentos de agresión de Rivera, Berto y Rosas al portero, con Gaspar y Ziganda separando. Peor imposible.