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La celebración y el sentido recuerdo por dos fallecimientos que nunca debieron haberse producido se juntaron ayer en la previa del partido en El Molinón. El piragüista ilerdense y asturiano de adopción Saúl Craviotto, el deportista español con más medallas olímpicas de la historia, seis, fue el encargado de hacer el saque de honor antes del inicio del encuentro. Sportinguista reconocido, fue una de las figuras en el palco de honor, donde ayer no hubo representación oficial del Gobierno municipal por el luto decretado tras el fallecimiento de dos trabajadores en El Musel, una medida por la que se suspendió la agenda pública el ejecutivo local. A ese homeaje quiso sumarse también El Molinón con un sentido minuto de silencio que solo rompió una parte de la grada de animación, muy contestada por un sector mucho más amplio del estadio gijonés.
Saúl Craviotto saltó al césped con su última medalla olímpica colgada al cuello, un bronce coseguido en el K-4 1.000 metros en los Juegos Olímpicos de París. Deportista del máximo nivel, no tuvo problema en desplazar el balón unos cuarenta metros. Eso sí, hacia el campo del Oviedo.
Fue solo una de las notas alegres de la previa de un partido cargado de emoción en el que era difícil encontrar camisetas del Real Oviedo en la grada. Se echó de menos el ánimo habitual de la afición visitante en los derbis. Las camisetas azules estaban esta vez casi únicamente en el césped. Una de ellas la portaba Haissem Hassan, que aunque no partió como titular, fue diana de las pitadas cada vez que pisó el campo, reciminándole la afición cambiar Gijón por Oviedo. Como en el descanso, cuando calentó junto a Paulino. Cuando saltó al campo tras el descanso, el estruendo fue atronador. Seguiría a lo largo de la segunda parte cada vez que tocaba el balón.
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La Banda de Gaites de Candás y el cante Enol fueron los primeros en animar a una afición que ya había acudido al campo con mucha gasolina. Desde el centro del campo, la formación musical y el vocalista interpretaron la canción 'Es mi Gijón', que se ha convertido en uno de los himnos del sportinguismo. Con banderas de Asturias y del conjunto rojiblanco ondeando en la banda, los siguientes en saltar al campo fueron los integrantes de la Banda de Gaitas Villa de Xixón para interpretar con emoción el himno de Asturias. El estadio, en pie.
Casi al unísono desplegó la grada de animación un enorme tifo en el que se podía leer la frase «únicos dueños de este tesoro». En el dibujo del tifo, una legión romana con los colores rojiblancos detrás de un cargo cargado de oro en el que destacaba la Cruz de la Vicoria.
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Para el momento en el que resonara por megafonía el himno del Sporting había preparado un mosaico muy especial. Con los primeros acordes, los asistentes dieron la vuelta a las cartulinas formando una gran bandera rojiblanca que cubría todo la grada. En la tribuna Este se podía leer el lema «esto es Gijón».
En el palco de autoridades, muchas caras conocidas. Además de Saúl Craviotto, estuvieron junto a los responsables del Sporting y el Real Oviedo, que no acudieron a la comida entre directivas pero sí al partido, el presidente del Principado, Adrián Barbón y la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra.
El inicio de la segunda parte hubo un nuevo homenaje, esta vez auspiciado por la grada de animación. En esta zona del campo se desplegó una gran pancarta en recuerdo de Armando Carriles, pionero del krav magá e Gijón y antiguo líder destacado del grupo Ultra Boys, fallecido días atrás a causa de un infarto.
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