Un penalti condena al Marino de Luanco en Las Rozas (1 - 0)

Los visitantes fueron despertando poco a poco y gracias a la rapidez de sus extremos consiguieron poner en alerta, hasta en dos ocasiones, a Yelco. Primero la tuvo Guaya, y más tarde Miguel Pardo intentó rematar de cabeza un balón robado por Iván Fernández. Pero ambas ocasiones se convirtieron solo en un espejismo. A pesar del esfuerzo, el cuadro luanquino pasó a convertirse en un mero espectador de su propio partido. La posesión del balón era de los locales y la rapidez de su juego, sumada a las acciones impecables de Borja González, pusieron el partido en excesiva cuesta arriba para el conjunto asturiano. Las llegadas del Las Rozas eran constantes, tanto que, si hubiese acertado en la finalización, el resultado al descanso podría haber sido muy distinto.

Si en el equipo madrileño el nombre de Borja González era el que brillaba, en el visitante lo hacía Luis Morán. No dudó en echarse al equipo a la espalda en las horas bajas y peleó cada balón hasta el final, aunque pareciese imposible. El propio Morán gozó de una de las ocasiones más claras del partido, cuando la defensa local desapareció, Yelco adelantó su posición y el esférico chocó en el palo.

En una de las muchas oportunidades del equipo roceño, la defensa visitante sacó una desafortunada mano dentro del área y el colegiado señaló penalti. Álvaro Sánchez fue el encargado de tirar desde los once metros y adelantó a los suyos en el marcador cuando corría el minuto 39.

La charla de Oli en el descanso pareció ponerle las pilas a los suyos, porque el Marino salió con mayor fuerza ofensiva e intensidad defensiva. Pese a ello, Álvaro Sánchez estuvo muy cerca de marcar el segundo para los suyos: un error defensivo le dejó solo frente a Chechu, pero el balón se marchó a la izquierda de la meta. Los minutos iban pasando y el juego de ambos equipos perdía brillo. El partido pasó a ser bronco y tosco, con poco que resaltar.

Llegando al final del encuentro, Pinto Herrera no señaló un posible penalti sobre Boedo, lo que desató la ira en el banquillo del Marino de Luanco y acabó con la expulsión de Oli Álvarez. En el tiempo añadido pudo haber igualado el marcador. Los cinco minutos se jugaron íntegros en el área de los locales y, a pesar de la insistencia del Marino, el resultado ya no se movió.