La resistencia de Adrián Torre se quebró al final

El colectivo salmantino salió con una imagen muy distinta a la vista en anteriores encuentros, dispuesto a dominar el choque desde los primeros compases ante un Langreo bien plantado. El bloque asturiano solo pudo crear cierto peligro a través de balones largos buscando a Dorian, pero sin poder crear apenas dificultades a la zaga local. Las acometidas del Salamanca no cesaron durante toda la primera mitad, con Manin pudiendo adelantar a los suyos hasta en tres ocasiones.

Las más claras fueron seguidas: primero un remate a bocajarro que Adrián Torre despejó de manera felina a saque de esquina para que, seguidamente, el delantero del equipo salmantino volviera a quedarse solo en el área mandando un remate de volea a escasos centímetros del travesaño. Los pupilos de Samuel Baños no eran capaces de hilvanar jugadas en el último tercio del campo. Estaban totalmente desdibujados sobre el terreno de juego y con la sensación de necesitar cuanto antes el pitido del descanso para hacer borrón y cuenta nueva.

La segunda mitad arrancó con las mismas sensaciones que las vistas en el primer tiempo, con los pupilos de Antonio Calderón muy incisivos en la zona ofensiva y con Adrián Torre, de nuevo, salvando los muebles con un paradón estratosférico sobre un disparo de Pepe Carmona cumplida la hora de juego. El guardameta del Langreo estaba siendo una muralla infranqueable para mantener con vida a los suyos en el tramo final del encuentro.

A falta de cinco minutos, un buen centro de Álvaro al borde del área pequeña dejó absolutamente solo al recién entrado Júnior. El atacante no pudo dirigir el esférico con la cabeza dentro de las mallas en una ocasión clarísima para haberse adelantado en el electrónico.

Finalmente, y con todo merecimiento por la insistencia, el Salamanca, que encadenaba seis semanas sin vencer, encontró el premio en las botas del revulsivo Carrasco, que armó un zurdazo inalcanzable para Adrián Torre.