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El nuevo técnico del Industrial, Miguel Martín, en el campo de Santa Cruz. LUIS SANTIAGO
«Quiero que el Gijón Industrial tenga los valores del barrio de La Calzada»

«Quiero que el Gijón Industrial tenga los valores del barrio de La Calzada»

«Cuando estás en inferioridad respecto a otros barrios, no tienes las mismas infraestructuras, te conviertes en rebelde» Miguel Martín Entrenador del Gijón Industrial

ANDRÉS MENÉNDEZ

GIJÓN.

Martes, 18 de junio 2019, 00:30

En el campo de Santa Cruz un grupo de niños, vestidos con la indumentaria del Gijón Industrial, corren detrás de una pelota. Miguel Martín (Gijón, 1972) permanece sentado en el banquillo local, del que será su titular esta próxima temporada. Observa, ensimismado, el césped artificial. «Estar aquí es un orgullo. He nacido en el barrio, me he criado en el barrio y vivo en el barrio», afirma.

-¿Por qué ha aceptado el reto de ser entrenador del Gijón Industrial?

-No habría aceptado ser entrenador de ningún otro equipo. No es una cuestión de dinero, tampoco de categorías. Todo eso me da igual. Puede sonar algo idealista, pero este es mi barrio. Es mi casa. Yo he crecido aquí, en La Calzada. Cuando tenía ocho años, venía de la mano de mi padre a este mismo campo (Santa Cruz) para ver jugar al Gijón Industrial. No existe una razón lógica para aceptar ser entrenador de un conjunto humilde de Tercera: todo es por un tema de sentimientos. Estoy aquí porque formo parte de esto. Lo siento como mío.

-¿Qué le dicen sus vecinos?

-En La Calzada soy más famoso que un futbolista del Sporting (risas). La gente me para por la calle, me felicita y me da un abrazo. Hay una ilusión tremenda porque saben que soy uno de ellos. Y uno de ellos va a estar en el banquillo del equipo del barrio. Desde que salió en el periódico, en menos de una semana se han apuntado cien socios nuevos. Para nosotros, eso es una locura. Al final todo nos conocemos aquí. Somos amigos y vecinos.

-¿Tan singular es La Calzada?

-Nosotros somos un barrio obrero. Somos gente humilde que se levanta pronto por la mañana para ir a trabajar y que tiene una vida difícil. A nosotros nadie nos ha regalado nunca nada. La Calzada ha sido, es y será un barrio trabajador. Aquí hay mucha vivienda social, mucha dificultad. Nuestros valores históricamente son lucha, humildad y trabajo. La gente de La Calzada es singular. Nada tiene que ver, por ejemplo, con Viesques, donde el nivel económico es más alto. Cuando estás en inferioridad respecto a otros barrios, no tienes las mismas infraestructuras, te conviertes en un poco rebelde.

-¿Cómo debe ser el espíritu del equipo?

-Quiero que el Gijón Industrial tenga los valores del barrio de La Calzada. Me gustaría que seamos guerreros y rebeldes. Con el paso de los años, la llegada de las tecnologías ha cambiado un poco el sentido del ocio en el barrio. Aquí, antes, los niños se divertían y crecían en la calle. Lo que, seguro, que nunca va a cambiar es la humildad del barrio.

-¿Cuáles serán sus señas de identidad?

-A competir no nos puede ganar nadie. Buscamos que el equipo tenga ese sentimiento de pertenencia al barrio, ese espíritu de lucha. Que la gente lo sienta como suyo.

-¿Cuál es su primer objetivo?

-¿El primero? Llenar el estadio, volver a ocupar las gradas de Santa Cruz. Que todos sean de una forma u otra del Gijón Industrial. Para mí es clave que el club tenga ese sentimiento de pertenencia y que la gente esté identificada con nosotros.

-¿Cómo se logra eso?

-Somos un barrio humilde, casi pobre, pero somos muchos (risas). Eso no nos lo quitan. Entre La Calzada y el Natahoyo viven 60.000 personas. Acabo de aterrizar en el Gijón Industrial. El primer año no va a ser fácil formar un bloque solo con gente del barrio, pero, si tengo la oportunidad de estar aquí más años, la idea es esa: que los mejores jugadores del barrio jueguen en el Industrial. La base tiene que estar formada por gente de aquí. Hay ciudades en Primera con equipos de menos población que el barrio de La Calzada.

-¿Dejó de entrenar por un motivo familiar?

-En esta vida hay gente de todo tipo. Cuando me involucro en algo, lo hago al 100%. En ese momento no podía tener la cabeza en los banquillos. Tenía una preocupación mucho más importante: ser padre. Tengo un chaval algo más mayor y una niña de doce años que requería toda mi atención. Siempre he preferido ser padre que entrenador.

-Su hijo, Dani, portero del Sporting, se fue a abrazar a su hermana tras la tanda de penaltis ante el Rayo Majadahonda.

-A veces se quieren matar, como todos los hermanos. No se pueden ver, pero tampoco estar separados. Todavía recuerdo ese abrazo. Para un padre esa imagen es un motivo de orgullo.

-¿Ha sido fácil educar a Dani?

-Siempre ha sido competitivo al máximo. A veces, incluso, le decía 'Dani, te estás pasando'. Somos muy parecidos y por eso chocamos mucho. Siempre quiere más. Tiene ese punto de ambición que le hace no detenerse nunca.

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