«¡Qué lindo ser argentino!»

No había levantado la copa de campeón del mundo Lionel Messi en Qatar todavía cuando bajo la estatua de Pelayo de la plaza del Marqués ya sonaban los primeros tambores y ondeaban las primeras banderas de los argentinos residentes en Gijón que celebraban la gesta de su selección. La fuente que acoge habitualmente los éxitos rojiblancos fue ayer uno de los puntos elegidos por la comunidad argentina afincada en el Principado para festejar el tercer título mundial de la Albiceleste.

Subido al petril de la fuente de Pelayo para animar los cánticos de sus paisanos, Leandro Sánchez aprovechó un silencio para desgañitarse con un sentido «¡Qué lindo ser argentino!», contestado con una sonora ovación de los concurrentes, que iban en aumento según se iban sumando los que aguantaron hasta ver la ceremonia de entrega de premios.

Al mismo tiempo, los argentinos que residen por toda Asturias también daban rienda suelta a una alegría desbocada por un éxito que tardaba en llegar para un país donde el fútbol se vive como si fuera una religión. La plaza ovetense de La Escandalera, como en otros muchos lugares asturianos, acogía los bailes y cánticos de los primeros hinchas en llegar, mientras que en los bares donde se habían juntado los argentinos se trasladaba el festejo a la calle. También en Avilés, donde los jugadores del Belenos de rugby disfrutaron de la nueva corona.

El triunfo, además, llegó con sufrimiento, después de ir ganando 2-0 y una remontada francesa que forzó la prórroga y los penaltis. «Así 'presta' más», explica Jorge García, argentino aficando desde hace 33 años en la villa de Jovellanos, donde trabaja de taxista. «Ha sido un sufrimiento, pero increíble», explica pletórico mientras se une a la fiesta en la plaza del Marqués.

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