![El futbolista avilesino Marcos Arango cuelga las botas](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2025/02/09/Marcos%20camisetas-ktID-U230808471649ET-1200x840@El%20Comercio.jpg)
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Llevaba sin equipo desde el final de la pasada temporada, pero la decisión ya está tomada: Marcos Arango (Avilés, 1989) cuelga las botas por motivos laborales a los 36 años tras una dilatada trayectoria en Tercera División (315 partidos y 36 goles), con un par de temporadas de premio en la antigua Segunda B con el Lealtad y en Segunda RFEF con el Llanera, en las que sumó 45 duelos y un gol.
La de Marcos es una historia de trabajo, esfuerzo y perseverancia. La de un futbolista que acabó juveniles sin tocar ni Liga Nacional ni División de Honor, y al que le costó dos temporadas en Preferente y una en Primera Regional llegar a Tercera. «Cuando era alevín me fichó el Oviedo y después estuve las dos temporadas de infantil en el Real Avilés, pero en cadete ya decidí volver a jugar con los amigos en Los Campos y aunque en juveniles pude salir al Navarro y al Avilés para jugar en Liga Nacional, preferí quedarme en La Marzaniella. Sabía que no iba a vivir del fútbol», sonríe.
Lo tenía difícil, pero a punto estuvo de conseguirlo, si bien «no puedo pedir más a la carrera que he tenido. Ha estado por encima de lo que habría imaginado». Tras una temporada en el Salas de Preferente nada más salir de juveniles fichó por el Real Avilés B, logrando el ascenso de Primera Regional a Preferente el primer año, y después realizando la pretemporada con el primer equipo a las órdenes de José Manuel Muñiz al siguiente. «Recuerdo un partido de Copa Federación contra el Marino que nos ganó 5-0».
A la temporada siguiente, la 2011-12, sí que se haría un hueco en la plantilla del Real Avilés, y además en un año especial, pues fue el de la llegada de Golplus a la gestión, con un José Luis Rodríguez a la cabeza que se convirtió en un «segundo padre» para Marcos. «Fue mi director general, deportivo, 'representante', entrenador, jefe... y sobre todo amigo», asegura.
Fue un curso intenso para él el citado 11-12. Firmó su primer contrato por tres años y en el mercado de invierno recibió la llamada del Celta B, una de las dos ocasiones en las que su carrera futbolística le dio la opción de irse fuera. «Ellos estaba en Tercera, mal, y me querían, pero yo, aunque ya estaba jugando menos porque estaba recuperado Boris, lo estaba pasando muy bien en casa, con el renacer del equipo, y preferí quedarme». Vivió el 'play off' de ascenso frente al Coria, pero sin minutos y con la decepción final en forma de eliminación.
La temporada siguiente, tras el ascenso a Segunda B en los despachos del Real Avilés, se fue cedido al Praviano, sumando otra cesión un curso después al Lealtad. Allí vivió «una de las mejores temporadas», consiguiendo el ascenso a Segunda B de la mano del actual entrenador del Real Avilés, Javi Rozada. «Dimos la campanada contra el Puertollano, que tenía un equipazo».
La temporada 2014-15 fue la de su debut en Segunda B, disputando 18 partidos con el Lealtad. Sin embargo, no fue un buen año para él. «Jugué casi todo en la primera vuelta, y mucho saliendo desde el banquillo porque hubo muchas lesiones. No lo hice bien, a pesar de que nos mantuvimos y que pude disfrutar de jugar en campos como el del Murcia, el Tartiere, el Reino de León, A Malata, San Lázaro...», recuerda.
Ese verano dejó Les Caleyes y recibió muchas ofertas de Tercera, pero fue entonces cuando el fútbol dejó de ser su prioridad. «Tuve una oferta muy buena del Urraca económicamente, pero al final prioricé ir a jugar al Colunga con José Luis, porque me permitió entrar en su empresa, en la cual estuve hasta el año pasado y me permitió aprender todo lo que sé a nivel laboral».
A las órdenes del 'Puma' estuvo en el Colunga en dos etapas, previo paso por el Tuilla para disputar un 'play off' de ascenso a Segunda B, y después en el Llanera, donde completó un total de cinco temporadas, logrando un ascenso a Segunda RFEF, disputar la final regional de Copa Federación frente al Real Avilés y disfrutar de la nueva cuarta categoría nacional. «Llanera fue mi casa, donde viví los mejores momentos dentro del vestuario, aunque también el más duro con la muerte de Busta». Su último baile fue el pasado curso con el Colunga a las órdenes de su amigo Pantiga. «No pude rendir a mi mejor nivel porque me pilló cambiando de trabajo y con poco tiempo. Aun así, lo jugué todo y marqué cinco goles». Fue una despedida a la altura de un central goleador, que en un curso llegó a marcar diez tantos con el Llanera. «Jugué de delantero y en un campo pequeño...», concluye con humor.
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David S. Olabarri y Lidia Carvajal
Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
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