Con la victoria que logró el jueves ante el Valencia, el Real Madrid cerró una primera vuelta de Liga en la que los blancos han arrojado luces y sombras. El equipo de Carlo Ancelotti mimetiza prácticamente los números que registraba el pasado curso a ... estas alturas, aunque con una extraordinaria diferencia: entonces dominaba con autoridad un campeonato que le tenía como líder indiscutido, con cinco puntos de ventaja sobre el Sevilla, segundo, y quince respecto a un Barça sumido en una profunda crisis, mientras que actualmente marcha a rebufo de los azulgranas, que han firmado un primer tramo casi impecable.
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El estirón que ha pegado el equipo de Xavi Hernández es la principal razón por la que el Real Madrid no puede darse por satisfecho con lo hecho hasta la fecha. La temporada anterior, el cuadro de Chamartín llenó el granero con 46 puntos que le permitieron encarar la segunda vuelta en una posición desahogada, puesto que sus rivales no le aguantaron el ritmo. Catorce victorias, cuatro empates y una derrota fueron el saldo de sus 19 primeros partidos en la 21-22. Los mismos triunfos que ahora, con un empate menos y una derrota más.
Además, los blancos calcan sus cifras en las áreas: 40 goles a favor en la vigente temporada, frente a los 41 con los que doblaron la esquina en la anterior, y 16 en contra, un dato idéntico al que sellaron doce meses atrás. Pero quien tiene el colchón en la 22-23 es el Barça. Un hecho que se explica también por las debilidades y fortalezas de una escuadra que necesitará elevar el listón para pelearle el título a los culés.
Se trata de un proceso hasta cierto punto natural, pero que cobra especial significado en un pulso tan aguerrido como el que están librando los dos colosos del fútbol español. El Real Madrid abrió la Liga con paso marcial. Enlazó seis victorias nada más alzarse el telón del campeonato y solo Osasuna fue capaz de hacerle un rasguño en las once primeras jornadas. Pero justo antes del Mundial de Qatar, sufrió un bajón. Dos tropiezos consecutivos ante Girona y Rayo provocaron que cediese el bastón de mando al Barça. Tras la cita planetaria, los blancos han dejado escapar otros cinco puntos frente a un líder intratable. Necesitan ser más regulares.
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El extenuante calendario que afronta un equipo que está inmerso en cuatro competiciones y envió catorce futbolistas al Mundial de Qatar amenaza con saturar a una plantilla que presenta una rotación corta y mantiene como figuras troncales a veteranos a los que les cuesta más recuperarse de los esfuerzos. El goteo de lesiones no cesa y diezma aún más a un bloque en el que solo 18 jugadores conservan la confianza de Ancelotti, puesto que Mariano, Vallejo, Odriozola y Hazard son piezas residuales y Lunin únicamente es el guardaespaldas de Courtois. La escasa dosificación le hace caminar sobre el alambre.
Es un déficit recurrente en las últimas temporadas, pero adquiere especial relevancia a tenor de los problemas físicos que viene arrastrando en los últimos meses el actual Balón de Oro. El Real Madrid no dispone de un recambio de garantías para Benzema y cualquier ausencia del delantero supone un drama.
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El lionés facturó un 37% de los goles que los blancos anotaron la pasada campaña, en la que solo se ausentó en diez encuentros: seis por motivos médicos y cuatro por decisión técnica. En la temporada en curso, ha registrado 13 de las 66 dianas de su equipo (el 19,6%) y se ha perdido ya el mismo número de choques que en toda la 21-22. Mermado por el físico, su rendimiento ha bajado y su equipo lo paga, pese a que la aportación extra de otros atacantes ha servido para paliar daños.
Ancelotti recordó hace unos días que el Real Madrid está inmerso en una transición entre dos generaciones: la que amasó cuatro Champions en cinco años y la que ya fue determinante en la Decimocuarta. Se trata de un proceso ilusionante, a la vez que delicado. Los veteranos rezuman clase y sabiduría, pero el fútbol moderno privilegia la energía. Carletto ha recogido el guante y ha dado galones en los últimos partidos a Camavinga, Ceballos, Asensio o Rodrygo, quienes han elevado el nivel de su equipo. Sus altas prestaciones, junto a las de Vinicius, Valverde o Militao, invitan a adelantar el cambio de guardia.
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Pese a la ingesta de títulos en los últimos años, el Real Madrid conserva intacto su gen competitivo y voracidad de nuevos trofeos. Olvidando la abúlica imagen que ofrecieron en la final de la Supercopa de España, los blancos han demostrado su hambre en la Copa del Rey, un torneo que desdeñaron en campañas anteriores, y en la Liga, donde la condición de perseguidora puede hacer aún más peligrosa a un tropa que se crece en la adversidad.
Además, Ancelotti ha recuperado soldados para la causa como Camavinga, Nacho, Ceballos o Asensio. Los tres últimos piden a gritos la renovación y el francés un rol estelar, ya sea como pivote poderoso en el corte y en la confección o como improvisado socio de Vinicius en la banda izquierda.
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