Amador Gómez
Domingo, 30 de noviembre 2014, 15:43
«Este tipo de delincuentes y de asesinos, lo que tienen en su cabeza es porquería. En un grupo de 4.000 personas siempre hay algún hijo de puta», proclamó Miguel Ángel Gil Marín, consejero delegado del Atlético de Madrid, que reclamó cárcel para quienes provocaron la muerte de Jimmy Romero y colaboración para identificar a los agresores. «Lo de hoy mancha todo el trabajo que hemos hecho estos años», reconoció el dirigente de un club marcado también, a causa de sus ultras, por la muerte de Aitor Zabaleta.
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Gil Marín quiso recordar que algunos amigos suyos tienen hijos en el Fondo Sur del Calderón, lugar ocupado por los radicales del Frente Atlético, «y también son gente sana», y que quienes recurren habitualmente a la violencia «se refugian en la masa y aprovechan cualquier manifestación para aparecer». Respecto a la posibilidad de que los ultras rojiblancos sean expulsados por la entidad, Gil Marín subrayó que «en el Atlético hay trece personas vetadas de por vida por incidentes de mucha menor gravedad». «El tema es qué, cómo y quién determina quién está detrás de todo esto», afirmó en la Cadena Cope.
«Esto no tiene nada que ver con el fútbol. Ni el Deportivo ni el Atlético de Madrid tienen nada que ver con estos hechos, provocados por grupos radicales», se defendió el presidente del club rojiblanco, Enrique Cerezo, mientras su homólogo en la entidad blanquiazul, Tino Fernández, coincidió en señalar que «son hechos dramáticos y trágicos al margen del fútbol». El técnico del Deportivo, Víctor Fernández, calificó el día como «uno de los más tristes del fútbol español en los últimos años», y el del Atlético, Diego Pablo Simeone, comentó, antes de que se confirmase el fallecimiento, que en el vestuario colchonero estaban «muy dolidos y tristes por la situación no futbolística».
«Los violentos no representan a la familia del fútbol ni a ninguna institución. Hay que erradicarlos del deporte, porque no representan a nadie», exigió el futbolista uruguayo del Atlético Diego Godín. «Me fui cabreado al vestuario porque noté un ambiente raro en el Calderón, de tristeza y crispación que no era normal», desveló su compañero Juanfran. Por parte del Deportivo, sus jugadores también se sintieron «dolidos y «supertristes» tras el partido. «Esto es un bajón anímico. Que pasen cosas así en el siglo en el que estamos...», lamentaba Isaac Cuenca.
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