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Nacho BOlívar
Martes, 3 de noviembre 2015, 02:03
El Atlético se sintió incómodo embutido en el traje con el que los kazajos le 'obsequiaron' para su gran fiesta en Champions. Todo fue extraño para los colchoneros, tal y como ya advirtió Simeone en la víspera. El estadio cubierto, el césped sintético, la diferencia de cinco horas, el griterío ensordecedor, más propio de un partido de baloncesto en un pabellón gigantesco que de fútbol, y un adversario abnegado y con las ideas claras.
Se mereció ganar a los puntos y estrelló dos balones en el travesaño, pero el Atlético completó una actuación flojísima en ataque. Su falta de ideas, de profundidad y de capacidad para combinar y cambiar el ritmo, le llevaron a un paupérrimo empate a nada que complica su liderato de grupo y le exigirá el máximo en las dos últimas jornadas, ante el Galatasaray y el Benfica.
Repliegue intensivo, prohibido sufrir pérdidas de balón en zonas de creación y búsqueda constante de Kabananga, el delantero internacional congoleño que en el Calderón apenas intervino pero esta vez fue un quebradero de cabeza para Godín y Giménez. Con tres viejos conceptos pero muy interiorizados por todos sus jugadores, el Astana vivió tranquilo en la primera mitad. Y hasta soñó con batir a Oblak en alguna jugada de estrategia, festejada desde la grada con gran alboroto.
Simeone introdujo tres cambios respecto al once que alineó en Riazor, ya que entraron Siqueira, Saúl y Torres en lugar de Filipe Luís, Carrasco y Jackson Martínez, pero no supo leer bien el partido. Quiso reforzar al uruguayo Giménez tras su gravísimo error ante el Deportivo, más propio de un infantil de primer año que de un internacional, y brindarle al 'Niño' la oportunidad de marcar su gol 100 con el Atlético, el primero en Champions. Disfrutó el fuenlabreño de una gran ocasión antes del descanso, pero la cruzó en exceso tras ganarle la espalda a un defensor. La otra oportunidad la tuvo Koke, quien trató de sorprender al portero en un saque de falta lateral que golpeó en el larguero.
Ni Torres, ni Jackson
Gabi y Tiago suman 36 años,lo juegan todo y pueden llegar extenuados al tramo final de curso. En Astana fueron incapaces de gobernar el centro del campo. Tampoco hubo noticias de los extremos, apenas de los laterales y muy poquita aportación de los delanteros. Griezmann arrancó el curso como un tiro pero ha perdido presencia. Curiosamente, el francés ha decrecido su rendimiento desde que juega de enganche, como más le gusta.
El ritmo se redujo tras el descanso por las constantes interrupciones. Entró pronto Jackson Martínez por Torres, pero el colombiano apenas intervino. Hay partidos donde despunta pero en la mayoría muestra signos de torpeza, despiste e inadaptación. El Atlético desactivó la ofensiva del Astana pero generó pocas ocasiones. Fue un equipo previsible incluso con el incordiante Yannick Carrasco, que en un centro se acercó al gol pero lo abortó la madera. Sin duda, el largo viaje a la estepa, a la segunda capital más fría del mundo, tenía trampa.
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