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DANI BUSTO
GIJÓN.
Martes, 23 de enero 2018, 00:08
Fueron noventa minutos de enfermiza obsesión por el color de su piel. Un triste entretenimiento que no se justifica con pagar el precio de una entrada para ver un partido de fútbol. El colegiado etíope Tarekegne Asnake Wolde, 'Tarek', y sus compañeros ... en las bandas, Sonia Güevea y Aser Fernández, sufrieron un calvario en forma de graves insultos racistas y machistas el pasado domingo durante el partido que dirigían en el campo de La Peña (Colombres) y en el que se enfrentaban el Ribadedeva y el Nalón, de Regional Preferente.
En el primer saque de banda que se produjo durante el partido ya se arremolinó un pequeño grupo de aficionados locales que la tomaron con el colegiado, adscrito, desde hace diez años, a la Delegación de Gijón. «El partido fue un infierno porque los aficionados locales empezaron a dedicarnos insultos a mí y a mis asistentes», recuerda Tarek, quien reflejó todos estos insultos en el acta al final del partido.
«Negro de mierda, pitas fatal, qué mal que no se te pinchó la patera en la que venías...», fueron algunos de los improperios que se pudieron escuchar en determinadas zonas del campo. Al colegiado le sorprendió, sobre todo, que se trataba de «gente mayor, de esa que ves sentada al principio del partido y no te esperas que pueda llegar a comportarse de esa manera».
Su compañera Sonia Güevea, en una de las bandas, también fue foco de la violencia verbal desde el primer minuto de juego. «Nos insultaron por la raza, por el sexo, por todo. Si no era una cosa, era la otra. Insulto tras insulto, sin ningún tipo de criterio», señala la asistente, que lleva cerca de seis años en el mundo del arbitraje y que «nunca» se había encontrado con una situación «tan grave como esta» en los terrenos de juego.
«¿Cuánto cobra esta puta? No sabe hacer nada, ¿No tiene que irse a fregar?», fueron algunas de las frases que también quedaron reflejadas en el acta arbitral. Incluso hubo un espectador que se dedicó a seguirla en sus carreras por la banda durante el partido. Pese a todo, la gijonesa, de 23 años, afirma que mantiene intactos sus ánimos y que no se va a dejar amedrentar por este tipo de energúmenos. «Con el tiempo aprendes a separar, y la gente que te dice esas cosas no tiene ningún tipo de relevancia en tu vida», sentencia. Aser, en la otra banda, fue quien sufrió más de cerca a los envalentonados espectadores. «Eran tres, bastante mayores, que debían ser jubilados, pero a veces, en determinados momentos, se les unían otros tantos a soltar auténticas burradas», recuerda el asistente, quien explica que durante algunas fases del partido sintió «intranquilidad» por lo que pudiera pasar.
En sus siete años dentro del arbitraje, Aser afirma que tampoco vio otra situación similar: «Por lo general, puedes encontrarte con situaciones puntuales, debido a un lance del juego, pero nunca algo así, que se mantiene durante todo el partido».
El trío arbitral habló durante el descanso de lo que había sucedido en la primera mitad del partido, pero se decidió reanudarlo y esperar al final para reflejarlo todo en el acta. A Tarek le pasó algo parecido hace diez años, cuando daba sus primeros pasos en el mundo del arbitraje. Dirigía un encuentro de fútbol base y una madre le comenzó a faltar con el manido cliché de la patera. Sin embargo, en aquella ocasión, el delegado del equipo local se encargó de sacar fuera de las instalaciones a la mujer.
El pasado domingo, estas injurias lanzadas desde un sector de la grada también resonaron en ambos banquillos. El técnico local, Félix Blanco, afirma que «sí escuché algunas de esas cosas que vienen en el acta, pero no todas. Creo que en el momento en el que el árbitro empieza a oír esos insultos, tendría que parar el partido para que se identifique a la gente que lo está haciendo». Con todo, el entrenador estima que «no puede permitirse que sucedan estas cosas» y considera que el Ribadedeva, «como club, es una víctima más en este caso».
Por su parte, Dani Castelao, entrenador del Nalón, lamenta que «se produzcan estas situaciones, que no pueden permitirse» y añade que «no se puede consentir que vaya alguien a un partido a insultar al trío arbitral».
A pesar del mal trago, Tarek y sus compañeros no han visto reducidas ni un ápice sus ganas de continuar arbitrando. El etíope, afincado en Gijón desde 2005, se queda con que estas situaciones «son casos aislados» y agradece los mensajes de ánimo recibidos, que son los que «te reactivan para estar a tope y arbitrar».
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