Así fue la brutal agresión a un árbitro en el fútbol regional asturiano en la que le rompieron la cadera

El presunto agresor, cuyas siglas son H. B. C, de unos 30 años, no respondió. Se había dirigido al colegiado de forma desconsiderada –«qué sinvergüenza eres»– y, después, una vez González-Posada se dirigía a expulsarle con tarjeta roja, según el relato del colegiado, le propinó un empujón que le desplazó tres metros hasta caer, de lado, a pocos centímetros de la pared.

Atendido de inmediato por la delegada del equipo visitante y una persona del público que se identificaron como trabajadores sanitarias, así como por la árbitro asistente (auxiliar de enfermería), y dado que no se movía, fue trasladado de urgencia en ambulancia al Hospital de Jarrio y, posteriormente, a Hospital de San Agustín. ¿El diagnóstico'. Una rotura de cadera de la que fue intervenido al día siguiente en el centro de la Villa del Adelantado.

Entre el estupor, la indignación y la vergüenza, el fútbol asturiano asiste al último suceso en torno a la violencia contra los árbitros. Era un partido más de la Segunda Asturfutsal del sábado y fue suspendido de la peor manera. Una vergonzante violencia, una presunta agresión por parte de un futbolista al colegiado y la suspensión del partido cuando se cumplía el minuto 36 y el marcador reflejaba un 4-2 a favor de los locales.

Tiempo tardará el colegiado, que ayer recibió el alta hospitalaria y que en los próximos días procederá a denunciar la agresión en el juzgado, en olvidar lo ocurrido en el Pabellón de Barres. «El futbolista está arrepentido, dice que no sabe qué pasó, que la cagó... Pero, bajo ningún concepto voy a justificar o permitir este tipo de agresiones. Vas, a veces, de 'campeón' y lo que haces una cagada. Pero no tiene ninguna justificación». El Arenas de Manzaneda, en este caso, reaccionó con prestancia e hizo público, a través de las palabras de su presidente, José Alonso, su condena vehemente a lo sucedido y el anuncio de que el agresor no volvería a vestir la camiseta del equipo.

Pancartas contra la violencia

«Estaba viendo al primer equipo, pero, en el momento en el que me llamaron para explicarme lo ocurrido, tomé la decisión de que este jugador no iba a seguir ni un segundo más. No podemos evitar que se vuelva loco, pero no voy a permitir un individuo así en el club», afirma José Alonso. «Le dije que no quería saber nada de él. Que ya no tenía nada que hacer en el club, que nos había jodido», hace hincapié el máximo responsable del club ovetense de fútbol sala. Sus dos equipos, adelanta, saldrán el próximo sábado en Pola de Siero y en Oviedo, respectivamente, con sendas pancartas con el lema 'Violencia cero'.

Su homólogo en el Marino As Figueiras también se manifiesta en similares términos sobre un suceso lamentable. El agresor no elaboró ningún plan. Tan solo actuó. «El jugador perdió los papeles. Lo agarraron, lo controlaron... Hubo jaleo», explica José Álvarez. «Yo miraba más al colegiado. Estaba tirado. No se movía. Pensé que se había dado con el tabique lateral del pabellón, que se había desnucado», recuerda el dirigente. «Lógico que echaran al jugador, lo peor es la imagen que queda», añade.

Se esperaba ayer una contundente resolución del Sub-Comité de Competición de Fútbol Sala, pero, a la espera de una resolución firme en el procedimiento disciplinario, se acordó suspender cautelarmente al jugador. Pero el castigo se espera importante. La Guardia Civil tomó tras el suceso declaración a los árbitros y al agresor, preguntó a testigos y se quedaron con el vídeo del partido, por lo que, una vez el colegiado presente la denuncia, se abrirá otra vía con consecuencias para el agresor.