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Este sábado ha sido día de derbi y eso se notaba desde primera hora. Los colores rojiblancos siempre predominan cuando el encuentro de máxima rivalidad en el fútbol asturiano se disputa en El Molinón, pero la renuncia de las peñas del Real Oviedo a acudir al partido, en señal de protesta por la reducción a la mitad del aforo de la grada visitante decidida por el Sporting alegando medidas de seguridad impuestas por La Liga, provocó que la presencia de camisetas azules en los alrededores del campo fuera casi anecdótica. Costaba encontrar a un seguidor de los azules cerca de un estadio que ya desde la hora del vermú mostraba que era día de partido grande.
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Arnaldo García / Damián Arienza
Los locales de los bajos del campo contaban con buen ambiente, animado por una jornada soleada después de una semana de lluvias. No se alargó mucho la sobremesa de aquellos que decidieron quedarse a comer. A las 15.30 horas, cuando aún faltaba una hora para que los jugadores del Sporting enfilaran la calle Luis Adaro en su autocar eran cientos las personas que se apostaban tras las vallas para dar un primer aliento a la plantilla. No faltaban nombres ilustres en la lista de las miles de personas que acabaron por sumarse a la masa antes de las 16.40 horas, momento en el que el autocar enfiló los últimos metros hasta el campo. Gio Zarfino y Pedro Díaz, exjugadores del Sporting, fueron uno más en un recibimiento propio de las grandes citas.
Los seguidores más apasionados esperaban al autocar al inicio de la calle Luis Adaro. Botes de humo, bengalas y gargantas afiladas para dar el primer subidón de adrenalina a un equipo conjurado para intentar repetir triunfo en El Molinón ante su gran rival siete meses después.
El despliegue de seguridad era intenso. La Policía Nacional hizo un cordón de seguridad para acompañar al autocar, que tardó cerca de un cuarto de hora en atravesar la calle para enfilar la puerta del garaje de El Molinón. Los cientos de personas que se agolpaban en esa zona del perímetro del estadio estallaron en un grito de ánimo unánime para recibir después con mucho calor a los jugadores rojiblancos, que bajaron del autocar antes de entrar al estadio.
Para entonces, los jugadores del Real Oviedo ya estaban en El Molinón. Su llegada al campo fue mucho menos tensa que en otras ocasiones. El hecho de que las peñas azules renunciasen a acudir al campo permitió cancelar la habitual 'burbuja' que llevaba a los seguidores del Real Oviedo escoltados desde el aparcamiento del Palacio de los Deportes hasta El Molinón. En ediciones anteriores del derbi eran muchos los rojiblancos que esperaban la llegada del grupo llegado de la capital asturiana, que se resolvía con un intenso pero fugaz intercambio de insultos y cánticos despectivos. Este sábado no fue así. Los seguidores rojiblancos se centraron en su equipo y se olvidaron del rival.
Solo quienes estaban cerca del garaje silbaron a los jugadores azules cuando enfilaron la puerta del garaje en el autocar.
En las inmediaciones del estadio el ambiente era de normalidad. Los pocos aficionados del Real Oviedo que lucían sus colores se movían con tranquilidad por la zona de los establecimientos hosteleros, sin que se registrase ningún incidente reseñable entre aficiones.
Uno de los ejemplos de confraternización entre hinchadas lo pusieron Iván Mombernal y Hugo Tapia. Los dos gijones y con trece y catorce años respectivamente, uno llevaba la camiseta del Sporting y el otro la del Real Oviedo. «Nos conocemos casi desde que nacimos. Cada uno va con su equipo. Para nosotros, la rivalidad dura un solo día, la jornada del partido», afirmaban horas antes de que comenzase el encuentro.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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