Luis de la Fuente, entrenador de la selección absoluta masculina de fútbol, ha comparecido como testigo este martes en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional por el beso de Luis Rubiales a la futbolista Jennifer Hermoso. Durante unos 20 minutos de interrogatorio, el declarante negó que estuviera presente en el despacho del expresidente de la Federación Española de Fútbol (FEF), el 23 de agosto de 2023, cuando se gestó el informe del organismo que exculpaba al principal acusado o la «encerrona» que denunció ayer otra testigo, la jefa de prensa de la selección femenina Patricia Pérez, para quitarle hierro al asunto del beso en la citada investigación interna.
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«Yo estaba en mi oficina contigua, no me enteré de nada ni supe qué declaró Patricia en ese despacho. No crucé palabra con ella y solo la vi a la hora de comer aquel día. Yo iba para tratar otros temas muy importantes, que eran los que a mí me competían, que creo que es bastante importante. Convocatoria, lista de jugadores, viajes, instalaciones, necesidades, etcétera, etcétera. Son reuniones muy duras, muy largas porque hay muchas cosas que hay que hacer«, manifestó De la Fuente.
Tras ello, la fiscal del caso, Marta Durántez, intervino para deslizar que podría estar incurriendo en «falso testimonio» y abrió la puerta a pedir en su informe de conclusiones que se impute este delito al seleccionador nacional, dada las versiones contradictorias de De la Fuente con Pérez y «otros testigos» sobre si estuvo presente en el despacho de Rubiales con el resto de participantes.
Una reunión que a la postre resultó clave, ya que en esa cita se planeó, además, las presuntas presiones que sufrieron Jenni Hermoso y su entorno en el viaje de ocio a Ibiza para celebrar el título mundial. Un lugar al que se desplazaron dos de los cuatro acusados por un delito de coacciones, Rubén Rivera y Albert Luque, para tratar de convencer a la jugadora de que participara en la investigación interna y minimizara los hechos.
«El testigo dice que no se ha enterado de nada y ustedes consideran que es un mentiroso, pues ya veremos si lo es o no lo es, pero están en su derecho de reclamar (el falso testimonio)», intervino directamente el juez ante la deriva del interrogatorio y el cruce de palabras entre la fiscal, el abogado de la futbolista y el propio De la Fuente. Este delito, en caso concretarse tras la investigación de un juzgado ordinario, está penado con prisión de seis meses a dos años y multa de seis a doce meses.
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De la Fuente también fue preguntado por la forma en que se enteró del beso de Rubiales a Hermoso. «Hasta que no llegué a España no fui consciente un poco de la dimensión. Yo me entero del hecho en el avión, pero realmente yo no era consciente de la dimensión que tenía esa situación porque no acostumbro a consultar medios de comunicación», afirmó.
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De forma previa, Pablo García Cuervo, quien fuera director de comunicación de la Federación Española de Fútbol (FEF), declaró que la actual jugadora del Tigres mexicano «es una persona bastante manipulable e influenciable». Estas calificaciones llegaron después de que el testigo afirmara que no quiso hablar con la víctima en el avión de vuelta a España, tras ganar el Mundial de 2023 celebrado en Australia, por la tensa situación generada de forma previa en Sídney. La postura de García Cuervo se produjo después de las discrepancias surgidas con la denunciante sobre el relato de los hechos acaecidos en la entrega de medallas. Primero en el vestuario y luego en el autobús de camino al aeropuerto.
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Las diferencias se presentaron tras el comunicado difundido por la FEF el mismo 20 de agosto de 2023, que incluyeron palabras literales de Jenni Hermoso en la que vendría a «quitar hierro al asunto» del beso. García Cuervo subrayó que hizo la nota de prensa con la aquiescencia de Luis Rubiales. Un documento que consideró el beso como «algo anecdótico».
«¿Cómo lo hizo?», le preguntó la fiscal del caso, Marta Durántez. «Usamos en la nota de prensa unas declaraciones que la jugadora hizo de forma previa en la Cadena Cope, en la que de manera libre consideró el beso como algo anecdótico. Buscamos su consentimiento mientras las jugadoras estaban en el autobús camino del aeropuerto y ella lo aprobó», respondió el testigo, yendo más allá del testimonio realizado ayer por la futbolista, cuando relató que estaba harta de la situación, que quería disfrutar de la victoria del Mundial con sus compañeras y que les dijo a los responsable de prensa que «hicieran lo que quisieran» con el comunicado.
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Antes también declaró en el juicio Miguel García Caba, quien fuera director de Integridad de la FEF y vicesecretario del organismo. El testigo detalló cómo se gestó el informe interno sobre los hechos acontecidos tras la final del Mundial. Admitió que realizaron una investigación «en 36 horas» sin contar con el testimonio de la jugadora, buscando a peritos por internet y minimizó el impacto del expediente de su departamento.
«Era un informe que no estaba regulado, meramente técnico y sin eficacia jurídica. Se hizo por orden del secretario general de la federación, Andreu Camps, y el objeto no era examinar delitos sexuales, sino dos conductas concretas: el gesto del señor Rubiales en el palco de autoridades (cuando se tocó las partes) y el beso en la entrega de medallas», explico García Caba, quien fue cesado días después -contó- porque las conclusiones del documento «no deberían ser políticamente correctas o jurídicamente adecuadas».
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En la primera jornada de la vista oral, Jenni Hermoso negó que Rubiales le pidiera permiso para darle el beso tras la final del Mundial en Sídney. «Nos abrazamos, le dije 'la que hemos liado' y fue cuando él pegó el brinco y me dijo 'hemos ganado este Mundial gracias a ti'. Lo siguiente fueron sus manos en mis orejas y lo siguiente el beso», relató. Además, dejó claro que se sintió «desprotegidísima» por el organismo.
Rubiales, que se enfrenta a una petición de dos años y medio de prisión y está acusado de delitos de agresión sexual y coacciones a la futbolista, se sienta en el banquillo junto al exdirector deportivo de la selección masculina Albert Luque, el exentrenador de la femenina Jorge Vilda y el antiguo responsable de marketing de la FEF Rubén Rivera, por presuntamente presionar a la jugadora para que justificase el beso.
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