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La parte más intensa del verano toca a su fin y Cangas de Onís es un hervidero. En torno al Puente Romano decenas de personas se fotografían para llevarse lejos de Asturias un recuerdo de su paso por el concejo del oriente asturiano. El cielo está cubierto y amenaza lluvia, pero eso no retrae a los turistas, que solo desaparecen de la escena cuando empieza a caer agua de forma intensa. La estampa puede ser la más repetida del estío cangués, pero esta vez tiene algo de peculiar. Poco a poco, van apareciendo seguidores del Sporting y el Real Oviedo vistiendo sus colores, que llegan a la cita con este periódico para charlar sobre un partido, el derbi regional, que será el preludio de los actos del Día de Asturias, que cada año se celebran en Covadonga. Los colores azules y rojiblancos destacan entre una nube de turistas que miran curiosos la concentración. Porque el choque entre los dos principales equipos de la región es más que un partido: «Este derbi traspasa fronteras. Llega incluso al extranjero», afirma convencida Noelia Grech, presidenta de la Peña Berna Pendás, feudo del sportinguismo en el municipio.
Junto a ella está Luisma González, su homólogo en la oviedista Peña Reconquista. Las dos entidades tienen tradición en el concejo. La rojiblanca nació en 1979 y, tras un parón de una década, volvió a principios de este año con fuerzas renovadas. La azul lleva activa desde el año 2006, fiel a su cita quincenal con el Carlos Tartiere.
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La rivalidad entre ambos colectivos es obvia. Las pullas entre miembros de ambas peñas se suceden a lo largo del encuentro, aunque siempre con una sonrisa para cerrar los diálogos. «Hay mucho pique», reconoce Luisma González, aficionado oviedista «de toda la vida» que llegó a vestir la camiseta del Vetusta cuando era joven. «Pero es una rivalidad sana. Incluso paramos en el Triskel, un establecimiento hostelero donde hay mucha gente del Oviedo», replica Noelia Grech. «Si es que esto es un pueblo y todos nos conocemos de toda la vida», abrocha Quique Valdés.
La temporada pasada ambos equipos estuvieron a punto de conquistar la gloria. La clasificación final, con los dos clubes en 'play off', hubiera podido apear a uno de ellos en una final a doble partido. No se dio el caso. El Sporting cayó ante el Espanyol en la semifinal y el Real Oviedo lo hizo después ante el mismo equipo. Con estos precedentes, lo que se espera este año es que las dos entidades estén a la altura de lo mostrado en la pasada campaña. No obstante, rojiblancos y oviedistas son conscientes de la dureza de la Segunda. «Es muy pronto todavía. Hay muchos jugadores nuevos y tienen que conocerse», reconoce Noelia Grech. El temor de Luisma González viene de los equipos descendidos de Primera y de los históricos que se han sumado por la vía del ascenso. «Hay clubes con mucho dinero. Si ahora no les va bien, te fichan en enero».
De lo que no tienen duda en estas dos asociaciones de aficionados es de que apoyo en las gradas no les va a faltar a sus equipos. «Vamos a todos los partidos de casa», sostiene Luisma González, un hábito que también mantienen en la Peña Berna Pendás. De lo que no se libran es de los problemas de ser aficionados de sus equipos a poco más de una hora en coche de sus estadios. «Un partido del Real Oviedo en casa nos supone siete horas. Solo en autocar, pagamos 5.200 euros al año», apunta Luisma González. El impulso que ha cogido la Peña Berna Pendás se traduce en importantes desplazamientos hasta El Molinón, con «unas 65 personas que salen desde Cangas. Es más difícil ser seguidora del Sporting en Cangas de Onís, pero tenemos una afición buenísima. Por ahora, algo de dinero ganamos con el autocar».
Quien no va a estar en el derbi es Luisma González. Hace años que no viaja con el equipo, y no es por dejadez. Una mala experiencia en Santander, donde él y los integrantes de su peña tuvieron que salir corriendo para evitar ser agredidos, le convenció de que, hoy por hoy, no le merecía la pena acompañar al Real Oviedo en los desplazamientos. «Quedé escaldado, salimos de allí de milagro. Y antes iba mucho a los viajes». La tensión que se vive en algunos partidos se ha trasladado desde hace años al derbi. Las aficiones del equipo que juega como visitante tienen que acudir al campo con antelación y entran y salen del recinto escoltados por la policía. «Hay gente que está chiflada perdida», destaca Noelia Grech. «Es un desastre que haya que ir estabulado», añade Luisma González. No obstante, aún queda espacio para la esperanza de que el derbi vuelve a ser un espacio de convivencia y pique sano. «En el último, teníamos a un grupo del Real Oviedo una filas más abajo en nuestra grada en El Molinón y no hubo ningún problema. Y al Tartiere fuimos andando sin problemas por la calle. Eso sí, en la grada recibimos insultos», recuerda la presidenta de la Peña Berna Pendás.
Lo que deja claro la conversación es que unos y otros disfrutarán y sufrirán, a partes iguales, con el partido de máxima rivalidad del fútbol asturiano. Una «fiesta» a la altura de los «mejores derbis» de España que, ya sea en el campo, ya sea en un bar con amigos, servirá para mantener un «pique sano» que se espera no acabe nunca.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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