Javier Bragado
Jueves, 21 de enero 2016, 00:59
Los sevillistas, que se felicitaron cuando el sorteo de la Copa del Rey les emparejó con el único superviviente de Segunda División, ya no están tan contentos. La visita del conjunto castellano al Sánchez-Pizjuán enseñó un conjunto con personalidad y buen juego que sólo se despidió con un tanto en contra por la evidente mayor cantidad de pólvora y la efectividad en jugadas de estrategia de Unai Emery. En noventa minutos en Sevilla el equipo de Carlos Terrazas -con al menos tantos suplentes respecto a los partidos de Liga como los de su rival- entonó un estilo atrevido y divertido que ha puesto sobre aviso a los andaluces para el partido de vuelta a pesar de su ventaja.
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Los primeros minutos confundieron la Sevilla. El equipo visitante retrocedió metros y el equipo de Emery pensó que sería un duelo sólo de ida, con plácida posesión y a la busca de sumar goles con la idea de sentenciar la eliminatoria en la ida. Pero fue una estratagema del Mirandés. O puede que sólo necesitara tiempo para que sus futbolistas se acostumbraran a un estadio de Primera División. Lo cierto es que después de la propuesta inicial el conjunto de Carlos Terazas adquirió la iniciativa del duelo y no se desprendió de la dirección en ningún momento.
El Mirandés, que ya eliminó al Málaga y al Deportivo de La Coruña en rondas anteriores, enseñó a sus rivales mimbres de buen equipo. Con un esquema atrevido con sólo tres defensas, con un centro del campo sin bandas y presionó a sus adversarios para nunca sufrir los ataques del Sevilla. Además, Carnicer deslumbró a desde la banda izquierda a unos marcadores que tendrán pesadillas antes de viajar a Anduva.
Sin embargo, la lógica no se impuso porque el equipo andaluz cuenta siempre con una herramienta extraordinaria: la pizarra de Emery. En un saque de esquina con numerosos jugadores en el área rival un par de rebotes afortunados y la caída de un defensa rojillo facilitaron un balón suelto para N'Zonzi que acabó en gol.Para suerte del Sevilla el dominio de su rival de Segunda División se limitó al juego y no al remate, porque los de Terrazas acudieron a la portería de David Soria con regularidad pero con pocos intentos. Sólo una jugada en que de nuevo Carnicer burló a sus marcadores acabó en un disparo al poste de Sangalli.
En el duelo de contrastes el Sevilla trató de sacudirse el dominio de sus rivales pero se vio beneficiado por la mayor capacidad para hacer daño de sus futbolistas, quienes probaron con mayor peligro a Raúl Fernández-Cavada. El guardameta visitante lució reflejos para evitar un gol de Gameiro al final de la primera parte, en la segunda disparo a bocajarro de Reyes para impedir la lección del pez grande al chico y casi al final se inspiró en un cara a cara con Krhon-Dehli. Entre oportunidades sevillistas el Mirandés dominaba, tocaba el balón, impedía la buena circulación del Sevilla aunque siempre se quedaba lejos de la zona que decide los partidos: la portería.
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Con el paso del tiempo la llegada del cansancio visitante y el refuerzo del centro del campo por parte de Emery el Sevilla se asentó. Entonces trataron de buscar esos goles que podrían allanar el partido de vuelta en diversos contragolpes, aunque los de Terrazas sobrevivieron con su portero e incluso asustaron David Soria.
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