José Manuel Clemente Fernández-Prieto, el juez del 'caso Rubiales' que no tolera «chulerías»

Cuarenta años de trayectoria dentro de la judicatura —35 como magistrado— avalan a José Manuel Clemente Fernández-Prieto González. Conocedor de la relevancia mediática, el juez del 'caso Rubiales' está llevando las sesiones con firmeza. «¡Por favor, mi paciencia está llegando a un límite! ¡Basta ya de esas contestaciones! ¡Quiero saber las cosas con claridad, no con chulería!», le espetó el martes al asturiano Pablo García Cuervo después de que el que fuera director de Comunicación de la Federación Española de Fútbol insinuase que la abogada de la acusación particular no se había preparado el juicio.

Ese no ha sido el único momento tenso que se ha vivido durante el juicio que trata de esclarecer el beso que Luis Rubiales le dio a Jennifer Hermoso durante la celebración del Mundial femenino. El seleccionador masculino, Luis de la Fuente, también se ha llevado una reprimenda del magistrado. «Usted viene a hablar de lo que se le pregunte», le aclaró después de que intentase esquivar una cuestión.

Fernández-Prieto González también se ha mostrado firme con la fiscal del caso: «Lo que no se puede es que le pongamos un foco a este chico —en referencia a Luis de la Fuente— para que diga lo que usted quiere. Fiscal, queréllese contra este chico, pero continuemos el juicio».

Juez titular del Juzgado Central de lo Penal Único de la Audiencia Nacional desde 2019, a sus 70 años enfrenta ya la última fase de su extensa carrera después de que en junio se le concediese una prórroga para seguir ejerciendo hasta los 72 alis, el máximo legal. Quizás este sea el juicio más mediático al que se ha enfrentado el magistrado que llama «chico» al seleccionador nacional y al que se le está agotando la paciencia tras las declaraciones de los testigos del 'caso Rubiales', pero no es el único que ha copado titulares. Fernández-Prieto González impuso una multa de 720 euros a un tuitero que llamó «hijo de puta» al Rey por un delito previsto y penado en el artículo 491.1. «Ni en la crítica ni en la libertad de expresión, pues para mostrar una convicción antimonárquica no se precisa llegar al insulto, ni acompañar el mismo con una invitación pública a cortar el cuello, expresión esta última que refleja el claro ánimo de injuriar que guiaba al sujeto al llamar hijo de puta al monarca», justificaba entonces el magistrado.

También ratificó la exoneración a Iberdrola Generación y a cuatro directivos de la compañía por alterar el precio de la luz en 2013 y fue el encargado de repartir justicia en el caso del Banco de Valencia, que también acabó con la exoneración de José Luis Olivas y del resto de directivos del banco acusados de falsedad de cuentas.

Quienes conocen al magistrado lo defienden como un «hombre tranquilo», «un juez de pura vocación y muy querido por todos porque tiene empatía y sabe escuchar a las partes», aunque reconocen su firmeza y rotundidad. «Yo lo he tenido en dos jurados, me ha cortado la palabra en alguna ocasión porque quizá yo me estaba excediendo en la vehemencia en algún caso», ha explicado al medio deportivo Relevo Marcos García Montes, uno de los abogados más mediáticos de España.

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