Ante la ausencia de un desplazamiento masivo de la afición azul a El Molinón, el oviedismo se esforzó por cargar las pilas de los suyos en Oviedo. En concreto los seguidores azules se concentraron a las puertas del hotel de concentración del equipo para la despedida.
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A lo largo del recorrido hubo otras concentraciones de aficionados para mostrar su apoyo al equipo, como sucedió en la nueva glorieta de Santullano, donde se produjo el último empujón.
Los aledaños del hotel de concentración del equipo registraron durante toda la jornada presencia de aficionados, pero el momento de máxima concentración se produjo sobre las tres y media, lo que obligó a la Policía a cortar la calle Marcelino Suárez, en la que se encuentra el hotel Monumental Naranco.
Los minutos previos a la salida de los jugadores estuvieron animada por los habituales cánticos de ánimo al equipo y contra el eterno rival.
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Como estaba previsto a la 15.45 horas los jugadores salieron del hotel para dirigirse al autocar, encabezados por Dani Calvo. Fue el momento en el que los aficionados hicieron uso de bengalas y botes de humo, además de arreciar los cánticos.
En la comitiva de jugadores y cuerpo técnico el más expresivo era el entrenador, Javier Calleja, que en el corto trayecto hizo gestos y fue de los pocos que se acercó a los aficionados para saludar y devolver el afecto de los oviedistas.
Los jugadores, desde el autocar, golpeaban los cristales y grababan a los aficionados que se dejaban la garganta.
El equipo inició el trayecto hacia Gijón y el autocar era aplaudido por grupos de aficionados que esperaban en las aceras, la mayoría con las camisetas azules y preparados para seguir el encuentro desde distintas zonas de la ciudad.
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A la llegada del equipo a El Molinón sí hubo algunos aficionados azules que, mezclados entre los seguidores locales, lanzaron aplausos y gritos de ánimo a los jugadores.
Como es habitual, el punto que concitó mayor presencia de seguidores oviedistas durante el encuentro fue la plaza Pedro Miñor, que estuvo teñida de azul a lo largo de toda la jornada.
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El mal juego del equipo y los dos goles del Sporting hicieron que algunos aficionados optaran por abandonar la zona e irse a sus casas a ver el final del encuentro. El penalti señalado a David Costas generó indignación en los seguidores azules. Luego eso se tradujo en decepción por el mal juego que mostró el equipo.
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Los ánimos tuvieron un empujón con el gol de Chaira que resonó en todos los bares, pero luego la alegría duró poco y acabó con la tristeza que supuso la segunda derrota consecutiva del equipo y también, como la anterior, por 3-1.
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