El Covadonga redondea su mejor faena

El equipo azul se jugaba el todo por el todo con el potente Caudal, cuya plantilla cuenta con muchos jugadores de superior categoría, y, a pesar de que al 'Cova' le valía el empate, el resultado (2-0) volvió a reflejar una vez más que los ovetenses solo saben jugar para ganar. Eso sí, el gran protagonista fue el meta Aitor.

El partido comenzó bastante menos movido que las dos semifinales del pasado fin de semana. Los dos equipos se jugaban mucho y ni el Covadonga ni el Caudal querían arriesgar en los primeros minutos. Hubo que esperar hasta el cuarto de hora para que el veterano Jaime avisara a balón parado. El '10' del 'Cova' probó fortuna con un intento de gol olímpico y solo el palo evitó a última hora el 1-0.

Omar Hernández tuvo en su cabeza adelantar al Caudal, también a balón parado, pero quien no iba a fallar era Míchel Secades. Jaime se inventó tras caño sobre Guille Pinín un pase al hueco de otra categoría y Edu Font hizo magia para superar a su par dentro del área, mirar a portería y soltar un punterazo que iba a repeler el palo. Diego García, atento dentro del área, se hizo con la bola, metió un centro chut raso y Secades, con mucha calidad, definía de tacón en posición dudosa. Los jugadores del Caudal protestaron pero el línea no levantó la bandera y el gol valió.

El tanto hizo reaccionar al Caudal, que comenzó a probar el talento de Aitor, que si ya se había salido en las semifinales con grandes paradas ante el Llanera, ayer dio un auténtico recital. Su primera gran intervención fue al filo del descanso a remate franco de Mendi de cabeza. Antes, Castiello también la tuvo en un córner para el Covadonga.

La segunda mitad fue un auténtico acoso y derribo del Caudal, pero con el paso de los minutos el Covadonga también iba a hacer daño a la contra, aprovechando los lógicos espacios. Jandrín probó pronto a Aitor, que repelería hasta siete disparos peligrosos sobre su portería, ya fueran rasos abajo o a media altura. Ayer fue un muro imposible de derribar.

Y si el ovetense mantenía firme a los suyos con su agilidad, Diego García pudo matar el partido antes de la hora de juego en una contra que no pudo definir, enviando el balón a la madera. Justo después de esa ocasión Chuchi Collado quemó sus naves y comenzó a sacar a gente ofensiva dejando únicamente a tres hombres en la retaguardia.

El 'Cova' cedió el balón a su rival y se dedicó a cerrar espacios por dentro en busca de pérdidas o rechaces que dieran lugar a contras para aprovechar su velocidad y eficacia ofensiva. Davo y Diego le dieron otro color al equipo, incluso también Robert cuando pasó al extremo izquierdo, pero la conclusión de todas las jugadas siempre era la misma: parada de Aitor.

Y cuando el ovetense no podía intervenir, primero Jandrín y después Robert, tampoco acertaron a definir con toda la portería para ellos. No era el día del Caudal, cuyos jugadores acabaron llorando sobre el césped del Suárez Puerta avilesino. Sí el del Covadonga, un equipo humilde que hizo historia después de muchos años de oscuro trabajo.