iván álvarez
GIJÓN.
Jueves, 14 de noviembre 2019, 00:15
El depredador del gol más voraz de la historia del fútbol español apura sus últimas dentelladas. Cuando concluya la presente temporada en Japón con el Vissel Kobe, David Villa pondrá el punto final a una prolífica trayectoria en el fútbol profesional, ... en la frontera de las dos décadas de duración y vertebrada a través de la eficacia anotadora para conquistar los logros que rebosan en su palmarés.
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«Gracias a todos los equipos, entrenadores y compañeros que me han permitido disfrutar de esta carrera soñada. Y a mi familia por siempre apoyarme en los momentos difíciles», explicaba el prolífico goleador de Tuilla a través de su cuenta de Twitter, apenas un par de horas después de anticipar durante la madrugada española un «anuncio importante». «Siempre me he dicho a mí mismo que prefiero dejar el fútbol antes de que el fútbol me deje a mí», explicó durante una rueda de prensa en la que precisó los detalles de su despedida de los terrenos de juego. Aseguró que se trata de «una decisión muy meditada» con su entorno, con el propósito de que se vea engalanada con la conquista de la Emperor's Cup el próximo 1 de enero.
El título supondría para él «la guinda» a un palmarés extraordinario, en el que están incluidos todos los títulos a nivel de clubes y selecciones. Máximo artillero histórico de la Selección Española con 59 tantos en 98 encuentros internacionales, el ariete cincelado en Mareo encara el epílogo de un estrecho romance con el gol. Dianas de todas las facturas, amparado en su amplísimo catálogo de recursos ante la portería rival.
Potente en carrera e intuitivo para vivir en la frontera del fuera de juego, la picaresca acentuó un olfato goleador insaciable, pesadillesco para tantos zagueros que padecieron su facilidad para armar el disparo al primer toque, casi indistintamente con la pierna derecha y la izquierda. Una habilidad que gestó cuando se fracturó el fémur derecho con apenas cuatro años. Todavía con la escayola, remataba con la zurda los balones que le lanzaba su padre, Mel, quien tantas veces recorrió el trayecto de Tuilla a Mareo para que su vástago comenzase una trayectoria en el Sporting impulsada por Pepe Acebal.
«Me encontré con un 'guaje' humilde, sencillo, que logró todo a base de trabajo. Cuando llegó tenía esa velocidad que le caracteriza y esos desmarques, la habilidad innata que ha tenido siempre de cara al gol», recuerdo el técnico gijonés, que apadrinó su estreno y consolidación en Segunda División. Fue él quien brindó la primera oportunidad a ese escurridizo delantero de 19 años que llegó a Gijón procedente del Langreo y planeaba ser electricista.
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Ante la imposibilidad de compaginar esa formación laboral con los entrenamientos, lanzó un órdago en casa antes de firmar su primer contrato como futbolista profesional. «Mamá, me voy a dar dos o tres años para ganarme la vida con esto. Y si no lo consigo, te prometo que volveré a la escuela», le dijo a su progenitora, según confesó en una carta abierta de agradecimiento a su padre en The Player's tribune. Asturias perdió a un electricista, pero ganó una estrella internacional, que no tardó en destaparse como alumno aventajado de Quini.
«Cuando daba mis primeros pasos en esta profesión tuve la suerte de ser bendecido por los consejos del mejor delantero español de todos los tiempos», reconoció el langreano tras el fallecimiento del 'Brujo'. Unidos por una fuerte amistad, compartieron destreza rematadora y las camisetas del Sporting y del Barcelona.
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Partiendo desde la orilla izquierda del ataque, vestido de azulgrana el 'Guaje' conquistó todos los títulos en un trienio condicionado por una grave lesión durante la disputa del Mundial de Clubes seis meses después de levantar la Champions en Wembley. En el gran templo del fútbol inglés, dejó su impronta al batir a Van der Sar con un disparo que abrochó el triunfo que otorgaba la cuarta corona continental al club catalán.
Villa, el niño que idolatraba a Luis Enrique y no pudo contener las lágrimas con ese codazo de Tassotti durante el Mundial de 1994 en Estados Unidos, tuvo un rol determinante en la conquista del Mundial gracias a sus cinco dianas. El día grabado en letras de oro en la historia del fútbol español ejerció como embajador de su tierra, con la bufanda del Tuilla anudada a la frente durante las celebraciones del triunfo.
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«Nuestro 'guaje' se retira. Gracias por todos esos buenos momentos que hemos pasado juntos amigo», le escribió a través de su cuenta de Twitter Íker Casillas, encargado de alzar la ansiada copa al cielo de Johannesburgo. «Nos quitaremos las botas, pero nunca nos quitaremos los recuerdos», indicó al asturiano por la misma vía el actual capitán del combinado nacional, Sergio Ramos, que acompañó su mensaje con un breve vídeo en el que ambos festejaban junto a Pepe Reina en el avión de vuelta a España.
A la cabeza de la clasificación de artilleros en la Eurocopa que cambió el devenir de la historia de la Selección Española, los integrantes de esa época dorada iniciada a las órdenes de Luis Aragonés y prolongada bajo las directrices de Vicente del Bosque subrayaron ayer la magnitud de una carrera marcada por su gen ganador, con títulos celebrados con cinco camisetas distintas. Artillero nacional más prolífico de la Liga en cuatro ocasiones, el 'Guaje' dejó su impronta en la final de Copa del Rey que el Zaragoza ganó al Madrid. Con los maños también logró la Supercopa de España ante el Valencia, que pagó su cláusula de rescisión para convertirle en su emblema.
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Al final de una temporada convulsa en Mestalla conquistó la segunda Copa del Rey de las tres que jalonan su palmarés y contribuyó a que el Atlético zanjase su sequía de títulos ligueros. Tras acariciar su segunda corona continental con los 'colchoneros', cruzó el charco para liderar el crecimiento del New York City, previa incursión en Australia de la mano del Melbourne. A base de puntería en Estados Unidos, se ganó un último duelo con la Selección Española a ntes del reencuentro en Japón con su amigo Iniesta, con el que busca cerrar el próximo enero su colección de títulos. Después de soplar las velas de su trigésimo octavo cumpleaños, tras la mitad de su vida como futbolista profesional, aquel 'guaje' que daba patadas a un balón por doquier en Tuilla colgará las botas con su huella impresa en todos los continentes.
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