De izquierda a derecha, la colegiada Patricia Rodríguez; la presidenta del Mosconia, Mónica Fernández, y la entrenadora del Condal Femenino, Cristina Gutiérrez. P. Nosti / P. Lorenzana / M. Rojas

Mujeres en tierra de hombres

Se han convertido, como Cristina, Mónica y Patricia, en figuras habituales en el fútbol

María Suárez

Martes, 26 de noviembre 2019, 11:23

En ese complicado camino en busca de la igualdad real, que viene de décadas atrás, hay quienes siempre han ido dando pasos para abrir camino. Y buen ejemplo de ello son la entrenadora del Condal Femenino, Cristina Gutiérrez, la presidenta del Mosconia, Mónica Fernández ... , y la colegiada ovetense Patricia Rodríguez. Todas ellas tienen en común el haber logrado un hueco en espacios poco ocupados por mujeres y que, cada vez con más naturalidad, claudican a los méritos de estas amantes del fútbol. Las tres viven cada fin de semana en primera persona el ‘deporte rey’ y lo hacen sin formar parte de un once. Cristina, Mónica y Patricia van más allá y son quienes toman decisiones.

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Cristina Gutiérrez (Oviedo, 1986) es la entrenadora del Condal Femenino, equipo integrado en el club de Noreña y que dirige desde los banquillos desde hace tres temporadas. La ovetense, que aún se pregunta cómo confiaron en ella para sacar adelante un proyecto así a competir, está encantada en El Güelito, donde las suyas juegan en categoría regional sabiendo que su entrenadora tiene todo el apoyo de la entidad sierense. «Siempre han puesto todo a mi disposición y a la del equipo. Nos cuidan y miman, somos sus ‘jabatas’. Que confiaran en mí y en mis ideas es algo que siempre agradeceré al club», explica entusiasmada la exfutbolista del Sporting, que aspira a ganar la Liga y a luchar por el ascenso este año.

La técnica, que desarrolló su carrera en Mareo, colgó las botas tras pasar por el Femiastur, pero, en su maleta, llevaba ya referentes sobre cómo abordar la formación y la dirección desde los banquillos, tarea en la que ahora se encuentra inmersa en el Condal. «Juan Luna tiró mucho por el femenino en el Sporting de antaño y esos pequeños pasos han dado sus frutos. Mi primera y única entrenadora fue Marietta Iglesias, en Mareo, y con ella aprendí la importancia que tiene entender tanto el fútbol como a las jugadoras. Hoy en día hay referentes fantásticos en los banquillos y esa es la mejor noticia», comenta Cristina, que tiene en la entrenadora del Valencia, Irene Ferreras, el suyo. «Sabe cómo llevar un banquillo, es directa y sabe transmitir un estilo de juego que me encanta», afirma.

Gutiérrez tiene claro que confiar en una misma y ser valiente son dos factores innegociables para lograr dar el salto y ocupar puestos de decisión en ámbitos tradicionalmente de hombres. «Las mujeres siempre hemos conseguido grandes cosas teniendo menos oportunidades. No es una barrera para nosotras. A muchos hombres aún les cuesta aceptar o creer que entendamos de fútbol, que sepamos dirigir un equipo o gestionar un club. Es difícil que se dé la oportunidad, quizá teman que lo hagamos mejor», apunta con acidez la exjugadora.

La entrenadora del Condal, que recuerda con nostalgia cruzarse con figuras como Quini y Preciado en Mareo, es consciente de que el gran paso que puede dar la sociedad para normalizar la figura femenina en los banquillos llegará cuando haya una mujer dirigiendo a un masculino. «Que un club de hombres hiciera esa apuesta por una mujer sería importantísimo a nivel social, porque es en la propia sociedad en la que aún queda aquella vieja idea de que el fútbol es de hombres», concluye la asturiana.

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Patricia Rodríguez (Oviedo, 1988) es árbitra y es de las que dan el salto al verde silbato en mano por vocación, aunque esta fuese tardía. Lo cierto es que, pese a la dificultad que pueda entrañar arbitrar un partido de fútbol, hacerlo siendo mujer no es una cortapisa para Rodríguez Díaz, que se siente aún más respetada llevando a cabo su labor en masculino que en femenino.

«No he sufrido episodios importantes de machismo. Las faltas de respeto pueden ser generalizadas tanto a mí como a mis compañeros hombres. Se dan más en fútbol base que en mayores», asegura. «En realidad cada vez hay más respeto a la figura del árbitro. Además a mí me encanta arbitrar y cada día disfruto más de lo que hago. Salgo a pitar con una sonrisa, porque me encanta y eso es algo que transmites», reconoce la asturiana. La colegiada, bordadora en el negocio familiar de máquinas de coser Ramón Rodríguez y madre de una niña, lleva cuatro años esforzándose por evolucionar dentro de una carrera que es de lo más exigente si uno no quiere estancarse ni acomodarse.

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«El arbitraje es una posibilidad de ingreso en muchos casos, pero, si te gusta, te exprimes entrenando y tratando de superar las pruebas físicas. Yo pito a mujeres en Reto Iberdrola y a hombres en Primera Regional, y tengo que superar ambas pruebas físicas para poder hacerlo», ilustra la ovetense.

Entre los objetivos de Rodríguez Díaz uno muy claro: llegar a pitar en la Primera División Femenina, la Liga Iberdrola. «Las pruebas son complicadas y aunque entrenes a diario requiere una dedicación muy estricta. Ahora me preparado para la de velocidad, que es la que me queda», explica la árbitra, que ve a su alrededor muchas más compañeras desde hace un par de años que cuando empezó a formarse, que solo tenía dos.

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Mónica Fernández (Avilés, 1979) tiene tres vínculos irrompibles con el fútbol: su hijo y su hija, futbolistas en ciernes, y el Mosconia. La avilesina es, nada más y nada menos, que la primera presidenta del club moscón. Una mujer que, desde el pasado mes de abril, comanda un club fundado en la década de los sesenta y que batalla en la Tercera masculina.

«Nunca pensé que llegaría a ocupar un cargo así. Si me lo dicen hace unos años hubiese jurado que no. A mí misma me pareció raro, pero ¿por qué no? Todo es probar y no me arrepiento de haber dado el paso», explica la propia Mónica. Ejemplos de pasos al frente como el de Fernández abren un camino que solo transitaban antaño figuras como Teresa Rivero en el Rayo Vallecano y que ahora tienen más ejemplos en la Tercera asturiana, con el Urraca, o en equipos de Primera como el Eibar o el Leganés. «Nosotras también podemos, está más que demostrado y hay que atreverse a dar ese paso», arenga la presidenta, que cuenta con Ana Vázquez a su lado como tesorera.

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