Una hija de la lucha libertaria en Mareo

Con el deporte como elemento integrador y la segregación racial ya desinstitucionalizada, la nueva jugadora sportinguista creció combinando su formación futbolística con la académica. Su progreso sobre el terreno de juego siempre ha ido aparejado a su disciplina en los estudios. A sus 26 años, la nueva centrocampista sportinguista ya sabe lo que es portar el brazalete de capitana de la Selección Sudafricana y sigue cumpliendo algunos de los propósitos que la llevaron a dejar su Ngcobo natal al terminar el instituto para mudarse a la ciudad de Durban, alejada medio millar de kilómetros de su familia.

Tras graduarse como radióloga, comenzó a cursar una licenciatura en Ciencias del Deporte. «Me aseguro de que no pasen los días sin ir a la biblioteca. Siempre tengo que llevar mis estudios al corriente y terminar mis tareas temprano», se puede leer en la web de la universidad de Kwazulu-Natal, su trampolín hacia los terrenos de juego.

Habituada a compatibilizar el césped con los apuntes, ha reconocido que esos conocimientos la ayudan a no precipitarse en los procesos de recuperación de los infortunios físicos que tuvo que padecer, como una lesión en el tobillo y otra en la rodilla que le impidieron disputar la Copa de África en 2018. La oportunidad de resarcirse le llegó el año siguiente, con sus tres titularidades en el histórico estreno de su país en un Mundial femenino. Una meta alcanzada con algún sacrificio por el camino, como el de dejar su puesto en el hospital para centrarse plenamente en su carrera futbolística.

«Las jugadoras del centro del campo eran muy trabajadoras, con marcajes individuales y esa tarea de defender mucho en bloque bajo para buscar con envíos largos a Kgatlana», expone la asturiana Montse Tomé, encargada de elaborar el informe de seguimiento de la Selección Sudafricana, que disputo ante España el primero de los tres encuentros dentro del discreto papel completado por las 'Banyana Banyana'. Pese a todo, la cita mundialista ha terminado abriendo las puertas del fútbol europeo a las sudafricanas y la sportinguista es la cuarta jugadora de su país que aterriza en España en pocos meses. Con el apoyo de sus padres, sus dos hermanos mayores y una hermana más pequeña, llega a Gijón dispuesta a contribuir a la evolución del fútbol femenino en Mareo.