CÉSAR SÁNCHEZ
GIJÓN.
Viernes, 30 de abril 2021, 01:58
En el deporte hay muchas personas anónimas que contribuyen entre bambalinas al éxito de equipos y de deportistas. Una de ellas es Luz María García (Gijón, 1958). Lo ha sido todo dentro de la estructura del Santa Olaya: nadadora, delegada, entrenadora...
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Luz María García llegó ... tarde a la natación. Ella misma lo reconoce. No fue hasta los tres años cuando comenzó los entrenamientos junto a la media docena de niñas que por aquel entonces formaban parte del equipo gijonés. La gijonesa inició su etapa como deportista en aquellas temporadas en la que se preparaban en la piscina descubierta del club, en las que la natación solo se practicaba en verano, aunque también pudo ejercitarse los dos últimos años de su trayectoria deportiva en la piscina cubierta del Grupo, que les dejaba una calle para prepararse: «Hacíamos los que podíamos. Éramos diecisiete en una calle, pero lo pasábamos muy bien. Pudiendo prepararnos todo el año mejoraron los registros de todos».
En cualquier caso, guarda un extraordinario recuerdo de aquella época en la que «formábamos una pequeña familia». «Una piña. Los mayores y los más jóvenes. Era distinto a lo que es la natación actual», comenta.
Su trayectoria deportiva no fue demasiado larga, como era habitual en aquella época, y a los diecinueve años dejó la competición. «Como era la mayor, me propusieron colaborar en los cursillos», señala. De aquello han pasado muchos años, en los que siempre ha tenido presente la figura de Adolfo Carbajosa, que fue su referente. Desde entonces ha entrenado y ha iniciado en la natación a muchas generaciones de olayistas.
La faceta de delegada es, quizás, a la que se ha dedicado con mayor intensidad. «Es una labor que no se ve a veces, pero creo que es importante», señala. Luz María García confiesa que como delegada ha vivido «mucha tensión, pero sobre todo muchas alegrías». Y es que en la natación la tensión se vive desde el mismo momento en que se zambulle el primer integrante del equipo en busca de nuevos éxitos que tiene al alcance su mano.
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Entre los muchos hitos olayista que ha tenido la ocasión de vivir como delegada del equipo absoluto mantiene un especial recuerdo de la medalla de bronce que logró Sergio García en el nacional de 2001 en 200 estilos: «Se la merecía. Era un chico muy currante y había trabajado mucho para conseguirla. Me hizo mucha ilusión».
Fueron años en lo más alto de la natación nacional con el equipo absoluto. Ahora centra su actividad con los jóvenes de la escuela deportiva, a los que enseña a querer este deporte, pero también a que la vida también es esfuerzo y que sin él no se consigue nada. «En el Santa Olaya los valores son muy importantes. Preferimos forjar buenas personas que lograr medallas», afirma.
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Y hace hincapié en que el trabajo con los jóvenes es «muy gratificante». «Ves cómo van progresando y cómo llegan al primer equipo y representan al Santa Olaya en las mejores competiciones de España», apunta. Además, en su opinión, «la escuela de natación atraviesa por uno de sus mejores momentos». «Hemos vuelto a tener un gran número de niños en los cursillos y muchos apuntan alto», advierte Luz María García.
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