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Laura González
Miércoles, 9 de diciembre 2020, 05:23
Poco después del estreno en Netflix del documental 'Gimnasta A' en el que se relatan los abusos a los que fueron sometidas más de 500 gimnastas en Estados Unidos por parte del médico de la federación Larry Nassar, quien se encuentra en la cárcel con ... una condena de hasta 175 años, en Inglaterra están saliendo a la luz otros casos de malas prácticas que están sonrojando al país, donde se pide ya la dimisión de los responsables que lo han permitido.
Historias que han ido apareciendo en diarios como 'The Guardian' o 'The Telegraph', y en cadenas de televisión británicas como ITV, que reflejan situaciones límite, dramáticas, en las que la integridad física de las propias gimnastas llegó a estar en peligro. Una de las primeras en confesar su calvario fue la exmedallista de oro olímpica Lisa Mason, quien señala que a raíz de sus palabras otras muchas le han hecho llegar mensajes similares a lo que ella vivió. Desde bien pequeña fue obligada a entrenar y competir pese a tener dolores, tomando analgésicos casi a diario, y en alguna ocasión la hicieron ejercitarse sin parar hasta que sus manos sangraban. «Y luego me echaron alcohol encima».
La excampeona junior Catherine Lyons relató después haber sufrido abusos físicos y psicológicos de su entrenador desde los diez años, hasta que abandonó la gimnasia con quince, con un diagnóstico de estrés postraumático. Ella asegura que además de golpes, hasta con una vara, fue encerrada en un armario y obligada a competir lesionada, y remarca que estaban «empujadas a morir de hambre» desde bien pequeñas. Muchas veces las dejaban durante horas en una habitación con cerrojo y sin comida, para que así no probaran bocado. Situaciones parecidas vivió la olímpica en los Juegos de Londres Francesca Fox, quien asegura que los entrenadores constantemente se burlaban de su peso. «Me decían que estaba gorda y que parecía un hipopótamo. Terminé pesándome más de de diez veces al día».
Todas vivieron infinidad de momento en los que estuvieron al límite, soportando gritos constantes hasta provocar el llanto, situaciones que llegaron a pensar que eran algo normal y que terminaron con cuadros de ansiedad constante, pesadillas o desórdenes alimenticios contra los que tuvieron posteriormente que luchar.
Después de esta cadena de confesiones el secretario de Cultura y Deportes del país, Oliver Dowden, declaró que escuchar todo eso había sido «desgarrador» y pidió una investigación independiente y profunda de cada caso. Desde British Gymnastics, la federación inglesa de gimnasia, confirman que se llevará a cabo, condenando «cualquier comportamiento que sea perjudicial para el bienestar de las gimnastas» y matizando que todo lo relatado, que consideran que es «impactante y perturbador», es «contrario a sus estándares», animando a todas las que han pasado por algo similar a ponerse en contacto con ellos.
Unas palabras que pronunció la directora ejecutiva Jane Allen, a quien Lisa Mason atacó después directamente pidiendo su dimisión, asegurando que «ella estaba allí (en su cargo como representante de la federación) cuando sucedían estas cosas), y señalando que British Gymnastics es como la película 'Mean Girls' ('Chicas Malas' en España), en la que »si no encajas eres una paria«. »La federación de EEUU tiene en su web una sección donde se destacan los entrenadores que han sido suspendidos. ¿Por qué no hay algo así aquí? Hay varios que siguen ejerciendo y han tenido quejas desde hace muchos años«.
La primera en destapar todas estas prácticas resalta que hay muchas otras gimnastas que aún están en activo, algunas de ellas en el equipo nacional, y que se mantienen en silencio, principalmente por temor a sufrir represalias y a no ser convocadas para los próximos Juegos Olímpicos, que se celebrarán en Tokio el verano que viene. Una «cultura del miedo» que ha sido denunciada en un artículo publicado en 'The Guardian' y firmado por Jennifer Pinches, exgimnasta olímpica que reconoce que en este deporte ha habido «un nivel normalizado de abuso emocional, que a veces progresa al abuso físico, y que debe detenerse».
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