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Judith Romero
Miércoles, 9 de diciembre 2020, 05:22
El Carnaval de 2013 cambió el destino de la exgimnasta Julie Bourges para siempre. La joven francesa, que por aquel entonces tenía 16 años, se había disfrazado de oveja para disfrutar de la celebración y, como tantas otras veces, se encendió un cigarro con ... una amiga. Por desgracia, el algodón de su disfraz prendió fuego y Bourges, quien entonces era una gimnasta de alto nivel, terminó con quemaduras de tercer grado en el 40% de su piel. Pensó que se despertaría al día siguiente, pero pasó tres meses en un coma inducido después de que los Bomberos y el personal médico salvaran su vida. Aquello sucedió un doce de febrero, día que Bourges ha escogido como sobrenombre (Douze Février) para recordar a las víctimas de grandes quemados que hay muchos motivos para seguir disfrutando de la vida.
«Abrí mi cuenta de Instagram en noviembre de 2015 porque necesitaba ayuda, pero ahora soy yo quien ayuda a los demás», explica la joven de 24 años, quien anima a personas que han pasado por accidentes como el suyo. El despertar fue doloroso, ya que Bourges estaba vendada de la cabeza a los pies, había pasado de 48 a 33 kilos, perdido el pecho y llevaba siempre capucha para evitar mostrar su pelo corto. La joven tuvo que enfrentarse al reto de volver a aprender a andar, comer, beber y respirar mientras los médicos utilizaban la piel de su cráneo para hacerle pequeños injertos. Cuando se miraba en el espejo no se reconocía.
Antaño apasionada de la competición, Bourges se entrenó durante tres meses en el hospital antes de volver al instituto. Sin embargo y como les ocurre a tantos adolescentes, no dejaba de darle vueltas a qué pensaría la gente sobre ella. «Necesitaba saber qué pensaba la gente de mí y de mi cuerpo. Que otras personas me dijeran que me aceptara, y me encontré con una ola de solidaridad increíble», afirma Bourges, quien cinco años después cuenta con 467.000 seguidores en sus redes sociales.
Sus fotos llenas de alegría y experiencias positivas le han convertido en un ejemplo de resiliencia y fuerza pese a su desafortunado accidente. Tras recuperarse de sus heridas, Bourges comparte sus ganas de vivir y retomó la práctica del fitness, a la que dedica más de cuatro horas por semana junto a las salidas para correr y otras actividades. «El deporte es mi pasión y el espíritu de competición y las ganas de ir más allá me han ayudado a llegar donde estoy», confiesa la antigua gimnasta, quien volvió a practicar su deporte siete meses después de aquel Carnaval que lo cambiaría todo.
Bourges aprovecha su popularidad para concienciar a la sociedad sobre la situación por la que pasan las víctimas de grandes quemados. «A menudo no se atreven a salir de sus casas por temor a ser juzgados, temen la mirada de los demás», explica la joven, quien destaca que normalmente a estas personas les incomoda que les pregunten cómo se quemaron. Para Bourges, por ejemplo, ponerse un pantalón corto supuso todo un avance en su recuperación. «Si una chica de 16 años en la cama del hospital busca 'grandes quemados' en su móvil, me encontrará a mí y al menos no se sentirá sola», resume este ejemplo de superación que la semana que viene publicará su libro '12 de febrero. 100 pensamientos positivos, inspiradores y motivantes'.
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