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MARÍA SUÁREZ
Sábado, 2 de enero 2021, 02:22
El Rodiles sigue haciendo crecer sus alas y el último paso de esa metamorfosis no lo ha podido evitar ni la pandemia. El conjunto maliayo de fútbol-sala, que se fundó en 2014 y ascendió a Segunda División tres años después, terminó 2020 líder de su subgrupo y con las expectativas para este nuevo año más altas que nunca. Todo ello pese a que solo su equipo sénior puede competir y la escuela espera su turno para volver.
El camino hasta aquí no ha sido fácil para un Rodiles que tuvo que competir en la Liga femenina cántabra al no haberla en Asturias, algo que ya ha cambiado alentado también por el ejemplo y el éxito del equipo que entrena Santi Tuero. «La pretemporada ha sido clave para tener buenos resultados; sabíamos que con la calidad que hay en el equipo este año, si trabajábamos fuerte íbamos a poder dar este rendimiento», contextualiza el propio Tuero. El asturiano ha sabido sacar partido al nivel de la plantilla en un año en el que se han librado de los equipos gallegos -en el otro subgrupo- y en el que no ha habido descensos en Primera.
Las maliayas no saben muy bien qué les espera en una teórica fase de ascenso, pero sí han ido evolucionando aspectos claves de sí mismas. «Hemos cambiado la mentalidad y entendido que si físicamente estamos bien no somos inferiores a nadie. Nuestro mejor partido, por ejemplo, fue la única derrota (ante el Txantrea). La suerte se acaba igualando y hemos conseguido victorias en partidos muy difíciles», recuerda Tuero. El Rodiles, que pugna con las vascas por la cabeza de tabla, solo ha dejado escapar cinco puntos de veinticuatro, y además de ser el club más goleador es el segundo que menos encaja.
No será tampoco porque la covid-19 se lo haya puesto fácil a las asturianas. Estuvieron diez días aisladas por protocolo y están más que adaptadas a la media de seis test mensuales que se hacen para poder competir. «Hemos sabido sacar de las dificultades una oportunidad para esforzarnos más, para disfrutar de lo que nos gusta. No hizo falta insistir mucho tras el confinamiento, todo el mundo quería correr en julio», bromea el propio técnico, que celebra también no haber tenido las lesiones graves de otros años.
Jugar sin su público ha sido «difícil y desangelado», pero el Rodiles, que tiene por norma mezclar profesionales, jugadoras de la casa y canteranas, no ha dejado de crecer. El convenio con el Burela (Primera) sigue impulsando las carreras de sus futbolistas -a las que facilitan trabajar o estudiar a la vez que juegan-, y permite al club incorporar fichajes como el de la portera Jheniffer Camargo, internacional con Brasil. ¿El próximo objetivo? No solo soñar con el ascenso, sino lograr también el apoyo de la empresa privada. «El apoyo de la afición y las instituciones ya está ahí, falta el de alguna empresa que quiera ligar su marca a la nuestra en todo el país. No solo porque lo merezcamos, sino porque que no se arrepentirán», augura el técnico asturiano.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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